Análisis Sociológico del Desempleo
Este artículo es una expansión del contenido de la información sobre derecho laboral o del trabajo, en esta revista de derecho empresarial. Aparte de ofrecer nuevas ideas y consejos clásicos, examina el concepto y los conocimientos necesarios, en el marco del derecho del trabajo, sobre este tema. Basado en la experiencia de varios autores, nuestras opiniones y recomendaciones se expresarán a continuación (o en otros artículos de esta revista, en cuanto al derecho laboral o del trabajo, y respecto a sus características y/o su futuro): Te explicamos, en relación a la seguridad social y el derecho laboral, qué es, sus características y contexto.
Empleo y Desempleo en Sociologia en Relación a Sociología
En este contexto, a efectos históricos puede ser de interés lo siguiente: [1] El crecimiento demográfico, la comercialización a escala planetaria y la industrialización crecientes han sido las causas fundamentales que han implicado un cambio radical en favor del establecimiento de una política tendente a conseguir un nivel aceptable de empleo En primer lugar, esta política ha tomado un carácter constitucional, al establecerse, prácticamente en todos los países del mundo, el trabajo como un derecho (véase en la plataforma (de Lawi): III); en segundo término, desde un punto de vista político y económico, las determinaciones frías e impersonales del mercado, al crear el libre juego de la oferta y la demanda, han impuesto unas técnicas específicas y un control por parte de los Gobiernos, sin los cuales no serían posibles la estabilidad social y política ni el desarrollo. Fricciones entre los objetivos sociales y económicos. Para llegar a comprender de modo claro el origen y los efectos de la implantación de la política de empleo por parte de los Gobiernos, hay que penetrar en las motivaciones que han llevado a esta actuación, que en todos los casos ha sido por razones políticas o económicas o por ambas a la vez.
En efecto, la preocupación de los Gobiernos por el paro obrero coincide históricamente con la aparición de las masas hambrientas, procedentes del trasvase rural, que amenazaban la estabilidad de los Gobiernos y, en el interior de las empresas, con la destrucción de las máquinas que reemplazaban al trabajo humano.
Secuencia
Posteriormente, hacia 1930, la programación por los Gobiernos de una política de empleo adquirió un desarrollo importante, esta vez a escala prácticamente universal, tras la Gran Depresión, que siguió a una época de bienestar. Este desarrollo, estimulado por la «revolución keynesiana», constituye hoy una doctrina universalmente perseguida, y virtualmente todos los países avanzados, cada uno en su grado, cuentan con una política de empleo Pero la realidad es que esta política de e., por su origen esencialmente económico, ha producido y produce constantemente fricciones entre los objetivos sociales y económicos, como lo muestra el hecho de que para reforzar la seguridad del empleo los poderes públicos habitualmente no se preocupan demasiado de modificar en favor de los trabajadores las reglas jurídicas sobre la anulación del contrato de trabajo.
Indicaciones
En cambio, es normal ver a dichos poderes favorecer la implantación de industrias en las regiones en que aparecen bolsas de paro, o prever la reconversión o rehabilitación profesional de los trabajadores para adaptarlos a un oficio nuevo. Basado en la experiencia de varios autores, nuestras opiniones y recomendaciones se expresarán a continuación (o en otros artículos de esta revista, en cuanto al derecho laboral o del trabajo, y respecto a sus características y/o su futuro): Tales medidas se inspiran en algo diferente a las leyes sociales tradicionales. A la hora de intentar una política de pleno e., los Gobiernos suelen considerar otras tres metas globales: el equilibrio de la balanza de pagos, la política de ingresos y el crecimiento de la producción total. Normalmente, no hay fricciones entre un rápido crecimiento y la política de e., pero sí entre ésta y otras metas económicas. Esto plantea dos tipos de problemas:1) La estabilidad de los precios se convierte habitualmente en una meta que se busca, hasta cierto punto, en sí misma.
En muchos países, entre ellos España, el equilibrio entre d. y estabilidad de los precios ha implicado que los Gobiernos no han estado dispuestos a sacrificar empleo para reducir el alza de los precios; sin embargo, cuando estas alzas de precios se han producido en otros países, los Gobiernos las han aceptado para salvar la balanza de pagos y no degenerar en una inflación descontrolada. 2) La más seria amenaza contra una política de empleo es la posibilidad de un desequilibrio en la balanza de pagos.
En estos casos, los Gobiernos han adoptado una política de restricciones monetarias en perjuicio del pleno empleo Es lo que pasó en Gran Bretaña en 1966, en Estados Unidos en 1960 y en España en 1970. Este equilibrio provoca la psicosis en los Gobiernos de la necesidad de una política de ingresos, que tiende a congelar o a poner techo a los aumentos de salarios, y a establecerlos paralelamente al aumento de la productividad, lo cual, además de las tensiones que suscita, provoca un conflicto potencial frente a una política de pleno empleo Esta política de ingresos es muy difícil de realizar, salvo que el Gobierno esté dispuesto a emplear medidas coercitivas o a aceptar un alto nivel de d., lo que explica el fracaso de muchas de estas políticas. Esto ha originado la disociación que muchas veces se produce entre los factores sociales, por un lado, y económicos y políticos por otro, con la consiguiente temperatura laboral que produce la primacía de lo económico. Tipos de paro. Por motivos analíticos y políticos es interesante distinguir aquí también los diversos tipos de paro (véase, si se desea, más sobre este último termino en la plataforma general) para discernir claramente las causas y efectos del mismo. La clasificación de estos tipos tiene en cuenta a los sectores profesionales, la demanda de puestos de trabajo, el momento económico y la irrupción de nuevas técnicas y procedimientos tecnológicos. De acuerdo con estos factores hay cuatro tipos de paro: friccional, estacional, cíclico y estructural. En el caso del paro friccional y estacional, que tiene un carácter transitorio, el d. persiste de modo indeterminado y siempre constante. Hace falta tiempo para cambiar de e., y siempre hay un número de trabajadores que están cambiando de puesto de trabajo.
Este d. friccional ha sido relativamente escaso en España hasta los a. 60.
Secuencia
Posteriormente, el trasvase rural y la implantación de nuevas industrias y otras técnicas han incrementado el número de este tipo de parados. El paro estacional es d. Basado en la experiencia de varios autores, nuestras opiniones y recomendaciones se expresarán a continuación (o en otros artículos de esta revista, en cuanto al derecho laboral o del trabajo, y respecto a sus características y/o su futuro): Total.
Se halla en relación estrecha con los cambios de la demanda. No es constante todos los años y cambia con aquéllos. Los problemas de este tipo de paro dan lugar a situaciones difíciles. Los casos de la construcción y del trabajo en el campo son clásicos de este problema. Las medidas en favor de estos parados suelen ser forzosamente lentas. El d.
Cíclico, provocado por una deficiencia de puestos de trabajo, va estrechamente ligado al problema del equilibrio entre salarios (véase, si se desea, más sobre este último termino en la plataforma general) y productividad (véase, si se desea, más sobre este último termino en la plataforma general).
Se produce especialmente en las depresiones económicas, las cuales, aparte de no permitir el progreso natural y obligado, en la creación de nuevos puestos de trabajo, dejan sin empleo a otros obreros, a causa de los expedientes de crisis. El paro estructural se produce cuando los trabajadores no pueden acceder a nuevos sectores laborales.
Los cambios tecnológicos, la depreciación de los productos de una rama industrial, crean una cantidad de parados muy superior a los demás tipos. El índice de d. es en estos casos muy superior entre los trabajadores no cualificados. Efectos sociológicos del desempleo.
Se pueden destacar, como fundamentales, los siguientes: Trastornos familiares. El d., o simplemente la posibilidad de despido, provocan en el trabajador y en la familia trastornos bastante graves.
En los casos en que este d. origina la emigración, los problemas suelen ser de desarraigo, ruptura de la vida familiar, educación de los hijos, etc. Estos problemas se presentan normalmente al mismo tiempo. Inseguridad e inestabilidad. La primacía de los valores económicos sobre los sociales, que en el caso del d.
Se presenta con una relevancia especial, lleva al trabajador en paro a la aventura de encontrar otro trabajo, que es también la aventura de su humanización y personalización y de su libertad. Reacciones de clase. Esta situación de inseguridad hace que el parado llegue a desconfiar de todo. La imagen de la vida que le presenta una economía deshumanizada le lleva a pensar que sólo puede contar consigo mismo, y lo lanza a una reacción de clase. Inadaptación. El trabajo es una dialéctica constante entre la adaptación y la superación. El trabajo y el esfuerzo liberan al hombre de la tutela de la Naturaleza.
Si faltan este trabajo y este esfuerzo, su carencia supone la más grave inadaptación. Pérdida de la única fuente de ingresos. La mayoría de los hombres sólo puede subsistir por los ingresos que le proporciona el trabajo.
No dispone de otro medio ni de reservas que garanticen su seguridad y la de los suyos. Basado en la experiencia de varios autores, nuestras opiniones y recomendaciones se expresarán a continuación (o en otros artículos de esta revista, en cuanto al derecho laboral o del trabajo, y respecto a sus características y/o su futuro): Tampoco tiene habitualmente reservas de cultura ni títulos que le procuren alguna polivalencia y movilidad en la escala social.
No puede, pues, fuera de su trabajo, «monetizar» su nombre. Causas del desempleo. Esquemáticamente, las causas que provocan el d. pueden resumirse así: Falta de cualificación profesional.
En un porcentaje elevado, el paro se debe no tanto a las fluctuaciones económicas o a los progresos de la automación, sino a que muchos trabajadores son víctimas de una descualificación profesional. El Comité de Educación y Trabajo de Estados Unidos hizo saber que si la automación seguía desarrollándose al ritmo previsto, el paro estructural afectaría a dos millones de trabajadores, de los cuales el 70% serían obreros no cualificados o semicualificados. El proceso tecnológico. Una de las mayores preocupaciones actuales del obrero se deriva del hecho de que el proceso tecnológico tiende a eliminar puestos de trabajo en beneficio de la máquina. La renovación de las fabricaciones y la necesidad de las empresas de lanzar nuevos productos al mercado, originan simultáneamente mutaciones en la esfera de utilización del trabajo.
Por ejemplo, las empresas químicas de Estados Unidos consideran que la situación normal es aquella en que al menos la mitad de la cifra de ventas se basa en productos que no existían hace 10 años.
Si el hombre envejece más aprisa que la máquina, ¿cómo conjugar este vertiginoso avance técnico con la capacidad humana?, ¿cómo preparar al hombre para hacer frente al empuje de la automación?Desde el punto de vista social, las posibilidades se basan en una formación profesional continuada y en una educación permanente, como factores claves para evitar distorsiones en el cuerpo social, ya que el d. provocado por el avance técnico constituye más una falta de adaptación y de preparación que dé posibilidades de empleo En este sentido, el Estado, con un sistema social coherente, y el Sindicato, están llamados a jugar un papel relevante. Falta de control sobre las leyes económicas. Los trabajadores que, aislada o colectivamente, se hallan en d., parten normalmente desarraigados de los núcleos rurales o de los sectores sociales en que se desenvolvía su vida, aplastados por las leyes económicas, sobre las que no ejercen control alguno. Soluciones. Evidentemente, las soluciones para evitar el d. existen, y los Gobiernos tratan, de una forma u otra, de encontrarlas.
Citaremos las más importantes:Jubilación más temprana y aumento de la edad de los niños para integrarse en las fábricas. La solución puede perder el aspecto negativo que entraña, si los niños reciben mayor preparación y si se sitúa mejor a los ancianos a la hora de repartir la renta nacional, es decir, si se aumentan sus pensiones. Es absurdo instaurar el mito del pleno empleo sin una buena política de rentas. Reorganización de los horarios de trabajo.
La técnica habitual del pluriempleo y de las horas extraordinarias, además de llevar a un envejecimiento prematuro del hombre, resulta antisocial cuando existe d. La implantación de unos horarios racionales y justos, además de aproximar los ritmos biológicos del hombre a los del medio, representa un acicate al progreso industrial, ante la presión obrera por un salario adecuado en una jornada normal. Freno a los expedientes de crisis. Muchos expedientes de crisis o de reconversión industriales se han realizado sin hallarse descapitalizadas las empresas, que se acogían a las facilidades que ofrece habitualmente la legislación. A veces se trata de errores de dirección y planificación que acaban por pagar los obreros. Hasta aquí, hemos hablado de soluciones negativas. Basado en la experiencia de varios autores, nuestras opiniones y recomendaciones se expresarán a continuación (o en otros artículos de esta revista, en cuanto al derecho laboral o del trabajo, y respecto a sus características y/o su futuro): Veamos las positivas:Formación permanente.
Se trata de que la formación que comienza en la edad temprana continúe cuando el hombre desempeña un oficio. No debe interpretarse como una adaptación de las técnicas escolares al hombre maduro, sino de una formación continuada en el mismo oficio, que evitaría el expolio físico y moral a que se ven sometidos los trabajadores en el cambio de trabajo.
Derecho social progresivo. Esto implica la participación creciente del obrero en el medio económico.
En este sentido se imponen dos vertientes de actuación: a) estimular la confrontación creciente entre los mediadores sociales y económicos en base a un diálogo permanente, sin cortacircuitos; b) la participación de los trabajadores en la célula básica de la economía que es la empresa (véase en la plataforma (de Lawi): EMPRESA III). Proceso de industrialización. No es culpable la presión demográfica del aumento de d. en el mundo, sino la carencia de un ritmo progresivo de industrialización.
En todo caso la presión demográfica, puede ser un acicate para progresar aceleradamente en el desarrollo. Un ejemplo típico lo constituye el Japón, que en el último cuarto de siglo ha experimentado un gran avance.
En nuestros días, en este país hay cuatro puestos de trabajo por cada joven de 20 años. La crisis se produce por falta de mano de obra. El control de natalidad y la política malthusiana que se introdujeron en el Japón en los a. 50 puede provocar un empobrecimiento en el futuro, y seguramente el país de más alta densidad de población del globo tendrá que recurrir a la mano de obra extranjera. Es el peligroso éxito aparente de la política malthusiana. V. Basado en la experiencia de varios autores, nuestras opiniones y recomendaciones se expresarán a continuación (o en otros artículos de esta revista, en cuanto al derecho laboral o del trabajo, y respecto a sus características y/o su futuro): T.: TRABAJO HUMANO II. [rbts name="sociologia.
¿Qué piensas sobre este tema? ¿Tienes alguna experiencia o ejemplo que quieras compartir? ¿Cuál es tu opinión?
Recursos
Notas y Referencias
Basado parcialmente en el concepto y descripción sobre empleo y desempleo en sociologia en la Enciclopedia Rialp (f. autorizada), Editorial Rialp, 1991, Madrid
Véase También
Bibliografía
SEMANAS SOCIALES FRANCESAS, Los trabajadores en la sociedad contemporánea, Madrid 1966; J. M. MÉNDEZ, Relaciones entre economía y ética, Madrid 1970; M. NAVARRO RUBIO, La participación social, Madrid 1966; F.
SÁNCHEZ LÓPEZ, Emigración española a Europa, Madrid 1969.