La Economía del Desarrollo Sostenible
Este artículo es una ampliación de la información sobre derecho ambiental, en esta revista de derecho de empresa. Aparte de ofrecer nuevas ideas y consejos clásicos, examina el concepto y los conocimientos necesarios para sobresalir, sobre la economía del desarrollo sostenible. Te explicamos, en el contexto del medio ambiente, qué es, sus características y contexto.
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La Economía del Desarrollo Sostenible
El nuevo paradigma (un conjunto de principios, doctrinas y teorías relacionadas que ayudan a estructurar el proceso de investigación intelectual) de desarrollo sostenible no ha penetrado aún en todas las ciencias empresariales. Aunque el concepto ha encontrado su camino en los estudios de gestión en los programas de administración de empresas, así como en el marketing y otras subdisciplinas, la mayoría de los economistas han ignorado el tema. Se pueden identificar dos posiciones contrastadas en las relativamente pocas publicaciones que hasta la fecha tratan de este tema: La posición defendida en la economía neoclásica se opone irreconciliablemente a la de la economía "ecológica".
Sin embargo, los defensores de ambas disciplinas parten inicialmente de la premisa de la equidad intergeneracional, según la cual los estilos de vida de las generaciones actuales no pueden poner en peligro la calidad de vida de las generaciones futuras. Los defensores de la economía neoclásica persiguen la equidad intergeneracional a través de la preservación de un stock de capital (recurso natural + capital real).
En consecuencia, este concepto permite la sustitución del capital natural no renovable por capital real reproducible siempre que el total siga siendo el mismo. Este aspecto es fundamentalmente rechazado por los defensores de la economía ecológica.
Los defensores de la economía ecológica exigen un modelo de desarrollo sostenible que sea ecocéntrico y que reconozca las interrelaciones entre las dos dimensiones de la ecología y la economía. La dimensión social, como en la economía neoclásica, es en gran medida ignorada. Los defensores de la economía ecológica critican la teoría neoclásica principalmente a través de un enfoque en dos puntos: la idea de maximizar la utilidad y las limitaciones inherentes al individuo.
En el marco de la economía ecológica, una visión ecocéntrica de la sostenibilidad sostiene que la preservación de los sistemas ambientales debe ser el punto de partida de cualquier argumentación (von Hauff y Kleine 2009, p. 30). El avance hacia una sociedad post-crecimiento se considera como un desarrollo más de la economía ecológica, que se introduce brevemente en este capítulo. Las posiciones opuestas de la economía neoclásica y la economía ecológica pueden superarse mediante una visión equilibrada de la sostenibilidad. La sostenibilidad equilibrada no es en sí misma un concepto completo. Varios ensayos a este respecto destacan diferentes puntos y también se examinan brevemente aquí. Los ensayos sobre la sostenibilidad equilibrada están vinculados a la cuestión más amplia de si el crecimiento sostenible es siquiera posible. En primer lugar, es necesario examinar las posiciones opuestas de la economía neoclásica y la economía ecológica en relación con el desarrollo sostenible. Se examina la controversia entre la sostenibilidad débil y la fuerte. Ambos enfoques comparten el objetivo de la justicia intergeneracional para asegurar que las generaciones futuras no estén en peor situación que las generaciones actuales. Los proponentes neoclásicos de la sostenibilidad débil buscan la sostenibilidad intergeneracional preservando el capital total (capital humano + capital natural).
En este modelo, el capital natural puede ser sustituido por el capital hecho por el hombre.
En consecuencia, puede haber una disminución del capital natural junto con un crecimiento del capital hecho por el hombre, siempre que el stock de capital total se mantenga constante.
Los defensores de la sostenibilidad fuerte (economistas ecológicos) rechazan esta idea y exigen la preservación del capital natural para las generaciones futuras. El debate más reciente sobre una sociedad post-crecimiento se incluye en el marco de la economía ecológica. El enfoque de la siguiente sección es cómo superar la controversia entre la economía neoclásica y la economía ecológica en el contexto de la sostenibilidad equilibrada.
La sostenibilidad en el contexto de la economía neoclásica
La comprensión neoclásica de la sostenibilidad se basa, en principio, en el desacuerdo que surgió a raíz del primer informe del Club de Roma sobre los "Límites del crecimiento", que se publicó en 1972. El informe cuestionaba críticamente el objetivo contemporáneo de crecimiento permanente a través de la actividad económica. La idea clave del informe era que los recursos esenciales no renovables se agotarían en un período de tiempo previsible en una economía mundial (o global) orientada hacia el crecimiento exponencial. Concluía que existen limitaciones para el crecimiento. Como resultado, surgieron modelos de recursos eficientes en el marco de la economía ambiental neoclásica, que reconocía la escasez de recursos naturales. Tomando prestado de la economía del bienestar social, estos modelos diferencian entre los recursos naturales no renovables y los reproducibles al abordar la necesidad de garantizar la satisfacción de las necesidades humanas básicas. El debate ha estado fuertemente influenciado por Robert Solow con la integración de la economía neoclásica y la economía de los recursos en la teoría del desarrollo desde el decenio de 1970. Se posicionó, al igual que Josef Stiglitz, como crítico del informe "Los límites del crecimiento". Basado en la experiencia de varios autores, nuestras opiniones y recomendaciones se expresarán a continuación (o en otros artículos de esta revista, respecto a sus características y/o su futuro): Determinó: "El mundo puede, en efecto, arreglárselas sin recursos naturales, por lo que el agotamiento es sólo un acontecimiento, no una catástrofe (Solow 1974, p. 11)". A mediados de los 80, desarrolló la llamada regla del capital constante, basada en la "Regla de Hartwick". La regla de Hartwick fue propuesta por John M.
Hartwick y dice que el uso sostenible de los recursos en una economía también depende de los recursos agotables (1977). El punto importante que señala es que algunos recursos deben ser utilizados eficientemente y que las rentas de la escasez de la actual extracción de esos recursos deben ser reinvertidas completamente en capital hecho por el hombre (o manufacturado). Esta es la forma de asegurar que se mantenga el nivel de consumo de las generaciones futuras. A este respecto, Solow se presentó como representante de la llamada sostenibilidad "débil", que supone la sustitución completa del capital natural por capital real, si es necesario. La posición neoclásica dominante sobre la sostenibilidad hoy en día supone un nivel de utilidad (la satisfacción asociada al consumo) que no disminuye con el tiempo. Como mínimo, esto implica que la utilidad media para las generaciones futuras debe ser igual a la utilidad media de las generaciones actuales. Cabe señalar críticamente que la utilidad es muy subjetiva y que la amplia variación requiere una especificación. El rango de variación se extiende desde la posición utilitaria de la felicidad, a la microeconomía en función del consumo, hasta el ejercicio de las capacidades. La utilidad, específicamente en el contexto de una sostenibilidad débil, se interpreta sólo como una función del consumo. Esta posición presupone una comprensión estrecha del consumo, en otras palabras, el consumo de bienes materiales. El consumo de bienes intangibles -activos como una hermosa puesta de sol- no está incluido.
Por lo tanto, para los defensores de la sostenibilidad débil, el crecimiento económico es la clave de la sostenibilidad. Si se mantiene un stock constante de capital, la utilidad media será constante y la utilidad actual maximizada. La pregunta lógica que hay que hacer a esta teoría es: ¿cómo se valorarán hoy los costos (o costes, como se emplea mayoritariamente en España) futuros de la destrucción natural (agotamiento del capital natural)? Esto lleva a la cuestión de la equidad intertemporal.
En otras palabras, ¿cuál es el valor futuro de la contaminación ambiental y del consumo de recursos agotables hoy en día? Además, esto presupone la asignación intertemporal del recurso utilizado a través de las generaciones.
En el contexto de una sostenibilidad débil, esto lleva a la posición de que la sustitución del capital natural por el capital real reproducible es, en principio, sin límites. El paradigma (un conjunto de principios, doctrinas y teorías relacionadas que ayudan a estructurar el proceso de investigación intelectual) neoclásico se basa en la visión optimista, que ha llegado a dominar hoy en día debido a los avances tecnológicos y a las mayores eficiencias en el uso de los factores de producción.
En consecuencia, el agotamiento de un recurso no renovable puede compensarse con el capital real. Por lo tanto, no es la preservación de la naturaleza lo que es importante, sino más bien la salvaguarda de la prosperidad general. Con este razonamiento, Solow teorizó que el crecimiento económico es posible incluso sin recursos naturales (Solow 1997, p. 267). Basado en la experiencia de varios autores, nuestras opiniones y recomendaciones se expresarán a continuación (o en otros artículos de esta revista, respecto a sus características y/o su futuro): Desde el punto de vista de la maximización de los beneficios, si existe una opción mejor que la preservación del capital natural, debe ser tomada.
En esta medida, los proyectos de protección del medio ambiente y el clima o de conservación de la naturaleza están obligados, en el marco de una débil sostenibilidad, a demostrar que son superiores o que proporcionan un beneficio mayor que otras inversiones a largo plazo. En una argumentación neoclásica, los argumentos de sostenibilidad débil y fuerte se fusionan. Sugiere que una compensación por la disminución o el agotamiento del capital natural por medio del capital real es justificable siempre que no caiga por debajo del valor umbral definido del capital vital necesario para salvaguardar una sostenibilidad fuerte.
En este contexto, una norma de sostenibilidad en dos etapas debe diferenciarse de la sostenibilidad débil. Se requieren restricciones absolutas, según se desprende de la argumentación de la economía ecológica. La regla de la sostenibilidad en dos etapas establece que la salvaguardia de la reserva vital de capital natural de esta manera puede dar lugar a un aumento continuo del nivel de vida en función de la sostenibilidad débil. La sustitución del capital natural por capital real es aceptable siempre y cuando no caiga por debajo del umbral del capital natural (normas mínimas seguras). Es evidente que es a la vez arriesgado y controvertido intentar definir un requisito mínimo para el capital natural esencial para la supervivencia humana cuando la realidad se caracteriza por el riesgo y la incertidumbre.
Además, se descuidan otras funciones del medio ambiente, como la función de relajación y regeneración del ser humano en la naturaleza. Por consiguiente, la visión de la naturaleza en el concepto de sostenibilidad en dos etapas se basa en una comprensión de la sostenibilidad orientada a la utilidad. Así pues, se corresponde en gran medida con una sostenibilidad débil. En resumen, puede decirse que en el marco de los modelos formales, la economía neoclásica reconoce los desafíos ecológicos e intenta presentar las cuestiones ambientales y de recursos como un problema de asignación.
La economía neoclásica también reacciona a la dimensión intertemporal de las cuestiones ambientales y se alinea con la posición de sostenibilidad débil. Esto no es de ninguna manera un nuevo desarrollo, sino que tiene sus orígenes en los enfoques desarrollados en la década de 1970. Es decir, la economía neoclásica se basa en una definición de la sostenibilidad caracterizada por salvaguardar un nivel de utilidad que nunca disminuye con el paso del tiempo.
La sostenibilidad en el contexto de la economía ecológica
A diferencia de los economistas neoclásicos, los principales defensores de la economía ecológica, como Daly y, también, Costanza (1997), rechazan firmemente la regla de sustitución.
En lugar de la sustituibilidad, proponen la complementariedad del capital natural y el real, en la medida en que la producción depende del capital natural. La complementariedad es cuando un recurso natural es necesario para la producción de bienes. En el marco de la economía ecológica y de los modelos económicos de estado estacionario, se han realizado en los últimos años una serie de publicaciones sobre el tema de la economía o la sociedad post-crecimiento. El siguiente análisis se centra en conceptos fundamentales seleccionados. La economía ecológica difiere en este punto en el sentido de que se diferencia claramente al cuestionar fundamentalmente la regla de sustitución.
En consecuencia, promueve la opinión de que la producción de bienes y el consumo deben situarse dentro de los límites del sistema ambiental. Si se sobrepasan los límites de los sistemas ecológicos, se pone en peligro la existencia humana. La esfera económica es, por lo tanto, un subsistema del medio ambiente. Esto se convirtió en la base del paradigma (un conjunto de principios, doctrinas y teorías relacionadas que ayudan a estructurar el proceso de investigación intelectual) de la sostenibilidad fuerte, que establece que la relación del medio ambiente con la economía no puede caracterizarse por la sustitución, sino que es complementaria. Basado en la experiencia de varios autores, nuestras opiniones y recomendaciones se expresarán a continuación (o en otros artículos de esta revista, respecto a sus características y/o su futuro): Daly propuso la economía de estado estacionario, que se vincula al concepto más reciente de la economía de post-crecimiento. Promueve una economía sin crecimiento, algo que exige una transformación muy profunda a un sistema económico completamente diferente.
Superar la controversia entre la economía neoclásica y la ecológica
Los dos enfoques de la sostenibilidad débil y fuerte todavía se oponen entre sí. Se hicieron esfuerzos relativamente pronto para salvar las diferencias en las posiciones contrarias. Cabe mencionar, por ejemplo, las contribuciones de Steurer (2001). Este esfuerzo incluye también el concepto de "economía sostenible". Sin embargo, estos enfoques no presentan en modo alguno una posición uniforme. Por ejemplo, mientras que Steurer promueve una sostenibilidad fuerte, Hedinger tiende a centrarse en una sostenibilidad débil.
Aviso
No obstante, los enfoques combinan los puntos fuertes de ambos conceptos. A este respecto, es apropiado volver a la categoría de capital natural vital. Como ya se ha establecido en la norma de sostenibilidad en dos etapas, no hay sustituto para el capital natural esencial y no debe ponerse en peligro. Por otro lado, se permite la sustitución del capital natural no esencial. El problema, como ya se ha mencionado, consiste en definir límites aceptables para el uso del capital natural esencial. Se trata de dar cuenta de la imprevisibilidad y el riesgo, que no siempre es claro o fácil de definir. Como mínimo, un ecosistema intacto multiplica la prosperidad de los seres humanos y, por lo tanto, es indispensable. A veces el capital real y el natural son sustituibles y, en otros casos, complementarios. Si se aplica esta idea al punto central de la controversia entre la economía neoclásica y la economía ecológica, se hace evidente lo siguiente: No parece estar justificado ni un cese general del crecimiento (economía ecológica) ni un crecimiento cuantitativo infinito (economía neoclásica). Pearce, en 1991, afirma que el crecimiento, además de los muchos efectos positivos como el fortalecimiento de los sistemas de seguridad social, la estabilización de los mercados laborales y el aumento de los ingresos del gobierno con el consiguiente mayor alcance de los gastos gubernamentales en cosas como la educación y la investigación, también facilita los esfuerzos para preservar el medio ambiente por razones motivacionales, estructurales y financieras. A través de la mejora de la eficiencia, la frugalidad, el reciclaje, las mejoras estructurales y el aumento del uso de recursos renovables alternativos, debe ser posible disociar los dos factores de crecimiento y la calidad del medio ambiente el uno del otro. La disociación, por ejemplo, puede referirse a un aumento del PIB y a una disminución de las emisiones.
En este caso, debería definirse un objetivo claro de reducción de las emisiones (disociación absoluta).
Los defensores de la sostenibilidad equilibrada promueven una optimización económica y ecológica. La sostenibilidad equilibrada prevé una ralentización del crecimiento o una detención del crecimiento únicamente como resultado potencial de la reestructuración ecológica de la sociedad.
En efecto, se trata de armonizar el crecimiento y la calidad del medio ambiente. Considerando algunos ejemplos exitosos de la sustitución del capital natural por el capital real, no parece necesario rechazar totalmente la regla de sustitución.
Hay algunas situaciones en las que el capital real puede ser sustituido por el capital natural (por ejemplo, bosques cultivados y gestionados).
Sin embargo, la idea de una sustitución ilimitada, como se permite en el marco de una sostenibilidad débil, no apoya el requisito de la equidad intergeneracional. Esto se basa en el riesgo imprevisible asociado (véase qué es, su concepto jurídico; y también su definición como "associate" en derecho anglo-sajón, en inglés) al aumento del consumo de capital natural esencial. Se puede suponer que el progreso tecnológico continuará en el futuro y que se encontrarán nuevas alternativas para la sustitución de los recursos naturales.
Aviso
No obstante, no hay razón para suponer con ninguna regularidad que la innovación tecnológica estará en una posición fundamental para sustituir plenamente y de forma equivalente al capital natural.
En consecuencia, toda función ecológica debe tener un "sustituto artificial". Por ejemplo, para sustituir una zona boscosa, deben proporcionarse funciones totalmente equivalentes. No puede haber ningún inconveniente en el sustituto que no estuviera también presente en el original. El sustituto debe existir de manera verificable y no sólo ser prometido en las vías de escape de las ensoñaciones tecnológicas. Si la felicidad y los valores morales se incluyen en la ecuación, puede suponerse que las generaciones futuras ni siquiera querrán la sustitución de la naturaleza. Teniendo esto en cuenta, puede decirse que una sostenibilidad fuerte deja abiertas más opciones que una sostenibilidad débil, y da a las generaciones futuras más "libertad de elección". En resumen, la sostenibilidad equilibrada asume un papel mediador en este debate, en el que no sólo se debe mantener constante el total de capital, sino que, debido a la limitada sustituibilidad del capital natural, muchos de sus componentes esenciales (el equilibrio climático, los ciclos de vida mundiales, la capa de ozono y el sistema ecológico equilibrado, como los bosques, los lagos y los ríos, la biodiversidad, etc.) también deben mantenerse a un nivel constante. Se propone el mantenimiento de una reserva mínima para las reservas menos vitales (Pearce 1991). También hay que reconocer en este contexto que no se dispone de toda la información pertinente necesaria para facilitar la identificación y definición de límites claros del capital natural esencial. Datos verificados por: Chris Tema: economia. Tema: condiciones-economicas. Tema: actividad-economica.
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Recursos
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Véase También
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