Economía Verde
Este artículo es una expansión del contenido de la información sobre derecho ambiental, en esta revista de derecho de empresa. Aparte de ofrecer nuevas ideas y consejos clásicos, examina el concepto y los conocimientos necesarios para sobresalir, sobre la economía verde. Te explicamos, en el contexto del medio ambiente, qué es, sus características y contexto.
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Visualización Jerárquica de Economía Verde
Medio Ambiente > Política del medio ambiente > Política de medio ambiente
Unión Europea > Construcción europea > Estrategia de crecimiento de la UE Economía > Política económica > Política económica > Economía circular
A continuación se examinará el significado.
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¿Cómo se define? Concepto de Economía Verde
Véase la definición de Economía verde en el diccionario. La economía verde es un enfoque económico que pretende lograr un desarrollo sostenible protegiendo al mismo tiempo el medio ambiente natural. Se basa en la idea de que las actividades económicas y el bienestar social deben equilibrarse con la conservación y preservación de los recursos naturales. La economía verde se centra en la adopción de prácticas y políticas que fomenten la eficiencia energética, el uso responsable de los recursos naturales, la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero, la promoción de las energías renovables y la preservación de la biodiversidad. Su objetivo es favorecer la transición hacia una economía baja en carbono, estimular la innovación tecnológica y promover la creación de empleos verdes.
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La Economía Verde
La tensión entre la necesidad de sobriedad y la búsqueda de nuevas fuentes de valor
El objetivo de la economía verde o circular es preservar la biosfera para mantener su viabilidad, ante todo para la especie humana. Este principio de conservación y restauración del capital natural implica o bien reducir al mínimo la extracción de recursos naturales difíciles o no renovables (en el contexto de una sostenibilidad "débil"), o bien evitar toda extracción de recursos no renovables (en el contexto de una sostenibilidad "fuerte"), y en todos los casos optar por procesos o tecnologías que utilicen recursos renovables, que sean eficientes desde el punto de vista energético o que tengan un bajo impacto, y por sistemas que favorezcan la regeneración de los suelos y los entornos naturales. Este principio está en consonancia con la exigencia de "desacoplamiento absoluto", es decir, la necesidad de promover modelos económicos cuyo impacto sobre los recursos naturales se reduzca significativamente en términos absolutos. Algunos actores también se preocupan por convertir la economía verde en una nueva fuente de valor y de oportunidades económicas. El análisis de las sinergias entre la inteligencia artificial y la economía verde publicado conjuntamente por la Fundación Ellen MacArthur y Google se centra en la mejora del diseño de productos y materiales, los modelos de negocio basados en la circularidad y las infraestructuras en los sectores de la alimentación y la electrónica. Estima el valor que podrían generar estas sinergias en 127.000 y 90.000 millones de dólares anuales en 2030, para la alimentación y la electrónica de consumo respectivamente. Dada su relativa juventud, la economía verde no es todavía un concepto estabilizado. Por esta razón, puede ser interpretado de forma muy diferente por los partidarios del "crecimiento verde", que lo utilizan para legitimar la ecologización de los modelos de negocio, y por los defensores del decrecimiento, que lo consideran contraproducente porque desvirtúa los objetivos de sobriedad y reducción pura y simple de la producción y el consumo. Aunque el concepto de economía verde es controvertido, el hecho de que esté abierto a múltiples aplicaciones también lo convierte en una rica fuente de experimentación. Los principios operativos de la lógica verde iniciados en determinados sectores de aplicación están inspirando cambios en los modos de producción, distribución y uso en una amplia variedad de sectores.
Los principios operativos de la economía verde
El objetivo de preservar los ecosistemas se desglosa en principios operativos que deben aplicarse de forma jerárquica. Este marco jerárquico -inspirado en la gestión de residuos- se resume a menudo en una serie de "R" (reducir, reparar, reutilizar, reciclar) en un orden de preferencia que se corresponde con el impacto ambiental: en primer lugar, reducir los residuos y el despilfarro, después prolongar la vida útil de los productos mediante la reparación o la reutilización y, por último, recuperar los materiales mediante el reciclado.
Optimizar el uso de productos y materiales
Los modelos ecológicos pretenden desvincular el crecimiento económico de los recursos naturales, fomentando la reutilización y la reparación, con el fin de aumentar la "eficiencia de los recursos". Se favorece el acceso a un bien y su uso frente a la propiedad, así como los modelos de negocio que favorecen el alquiler frente a la compra, para coches, neumáticos y motores, pero también para ropa y electrodomésticos. Basado en la experiencia de varios autores, nuestras opiniones y recomendaciones se expresarán a continuación (o en otros artículos de esta revista, respecto a sus características y/o su futuro): Desde 2013, una marca holandesa ofrece vaqueros en alquiler: al cabo de un año, los consumidores pueden cambiar los vaqueros que han alquilado por otro par, devolverlos para su reciclaje o quedárselos con un contrato que incluye un servicio de reparación gratuito e ilimitado. Al favorecer el uso y el reciclaje frente a la propiedad y el almacenamiento de bienes, este tipo de modelo anima a los consumidores a adoptar una "mentalidad verde". Optimizar el uso de los recursos significa diseñar los productos teniendo esto en cuenta y, en el caso de los productos que lo requieran, almacenar piezas de repuesto para poder distribuirlas y repararlas a lo largo del tiempo. Por ejemplo, para poder reparar completamente el 75% de sus productos, una empresa de electrónica necesita almacenar piezas de repuesto.
Una empresa francesa de electrodomésticos almacena 6.000 piezas de recambio para el 100% de sus productos. Los sectores aeroespacial, naval, de impresión y defensa están adoptando estos modelos basados en el acceso porque se adaptan a sus industrias, donde el valor añadido residual de los productos viejos sigue siendo alto y la refabricación es rentable. En algunos sectores, la reutilización es una forma de hacer frente a la escasez de recursos y, al mismo tiempo, ahorrar considerablemente. La dependencia de la industria automovilística de materias primas y determinados metales, tanto raros como de otro tipo, es un obstáculo importante y plantea retos muy estratégicos para la gestión del suministro. Además de la escasez de metales y los problemas de suministro, el aumento de la demanda mundial de materias primas ha provocado subidas de precios. Al mismo tiempo, cada año se retiran de la circulación en la Unión Europea 12 millones de vehículos, que constituyen un valioso recurso si se reciclan. Además de ser entre un 30% y un 50% más baratas, las piezas refabricadas tienen la misma garantía y se someten a las mismas pruebas de control de calidad que las nuevas. En el sector de la construcción, la decisión de renovar en lugar de demoler y reconstruir también reduce el consumo de arena -material muy demandado en todo el mundo- y energía, lo que a su vez reduce las emisiones en torno a un 15%. Con el mismo espíritu, una estrategia ecológica aplicada a lo largo de veinticinco años ha permitido a un fabricante de suelos reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero en un 96%, su consumo de agua en un 30% y su consumo de energía en un 30%. 100%, su consumo de agua en un 88%. 100%, al tiempo que aumentaba su uso de energías renovables en un 88%. 100% en el uso de energía renovable y 56% en el uso de materiales reciclados o reciclados. 100% en la proporción de materiales reciclados o de origen biológico (es decir, derivados de materias primas renovables no fósiles) utilizados en sus productos. Esta reducción del impacto medioambiental de la producción se ha logrado implicando a los fabricantes de fibras, que son responsables de casi dos tercios de las emisiones a lo largo del ciclo de vida de un revestimiento de suelo.
Cerrar bucles y favorecer los intercambios en los ecosistemas industriales
La economía verde pasa por distinguir entre materiales artificiales y naturales, ya que los primeros deben recuperarse mediante el reciclado industrial y los segundos, que son los únicos biodegradables, deben reintroducirse en el medio natural: Una economía verde restaura, regenera y mantiene los productos, componentes y materiales en su máxima utilidad en todo momento, distinguiendo entre ciclos técnicos y biológicos. Algunos procesos industriales ecológicos consisten en distinguir y separar los tipos de materiales previamente combinados para poder reciclarlos: es lo que hacen las empresas de reacondicionamiento de residuos, separar la materia orgánica de otros materiales plásticos (envases) para poder reutilizarla en forma de biogás, separar los polímeros plásticos para poder reciclarlos en nuevos envases de plástico o extraer materiales preciosos como el oro o el cobre de los residuos electrónicos o químicos. Separar materiales compuestos no es técnicamente sencillo, y a menudo implica establecer colaboraciones industriales específicas. Inspirados en los ecosistemas naturales, caracterizados por la simbiosis entre especies y los ciclos naturales regenerativos, muchos experimentos ecológicos se estructuran mediante asociaciones entre actores de un mismo "ecosistema industrial". Los ecosistemas industriales como el creado en la ciudad de Kalundborg (Dinamarca) fomentan las operaciones de "bucle cerrado", en las que los residuos de unos pueden convertirse en recursos de otros, gracias a la optimización de los flujos de materiales y energía entre los distintos socios. En Kalundborg, el ecosistema empezó a tomar forma en los años 60, cuando se instaló la refinería: para satisfacer sus necesidades de agua, desarrolló intercambios directos con otras tres empresas situadas en las proximidades, una central de producción eléctrica, un fabricante de materiales de construcción y una empresa farmacéutica. En los años 70, el fabricante de materiales y la refinería unieron sus plantas mediante un gasoducto para transportar el gas sobrante de la refinería y utilizarlo como fuente de energía para el proceso de secado de yeso y escayola. En 1998 surgió un importante proyecto de cooperación entre la central eléctrica, la refinería y la empresa farmacéutica, en el que la primera suministraba a las dos últimas vapor transportado a través de tuberías de 3 kilómetros de longitud. La ciudad de Kalundborg también se benefició de este suministro de calor, pasando a formar parte del ecosistema industrial como proveedor de servicios y de electricidad y agua. Este ejemplo emblemático no es único. En Francia, el ecosistema creado en Dunkerque en torno a la puesta en común de la gestión de residuos y el estudio de los flujos (energía, agua, residuos, etc.), facilitado por la asociación Ecopal con 150 empresas de la zona, sigue la misma lógica. Además de la ecología industrial que se desarrolla en zonas específicas como los puertos de Kalundborg, Dunkerque y La Rochelle, este enfoque asociativo también se utiliza para desarrollar innovaciones en el reciclado de materiales. Cuando Serge Ferrari, fabricante de un textil compuesto de PVC y poliéster, quiso reciclar los residuos de sus productos al final de su vida útil, se asoció primero con Solvay (proveedor de PVC), creando Texyloop en Italia, para establecer una solución técnica que separara el PVC y el poliéster. A continuación, recurrió a toda su red de socios para suministrar un volumen de materiales suficiente para que el propio proceso técnico fuera económicamente viable. Este ejemplo demuestra que el enfoque ecológico suele ir de la mano de un enfoque asociativo, ya que un único actor o la simple externalización no son viables ni técnica ni económicamente. Se requieren inversiones específicas y una fuerte colaboración entre las cadenas de suministro, desde una perspectiva holística.
Un enfoque holístico, sistémico y multiescala
La economía verde implica un enfoque completo del ciclo de vida del producto: desde el diseño ecológico, con empresas que se abastecen de materiales reciclados o remanufacturan a partir de productos al final de su vida útil, pasando por el acceso, con modelos de arrendamiento en las industrias automovilística o espacial, hasta el reciclaje de productos al final de su vida útil para utilizar sus materias primas en nuevos productos. Así pues, la economía verde va mucho más allá del simple reciclado de residuos, e interviene en todas las fases del ciclo de vida de los productos. Como explican los filósofos Dominique Bourg y Christian Arnsperger, este enfoque sistémico puede considerarse a varias escalas: microsistemas (empresas, productos), mesosistemas (ciudades, territorios, cadenas de producción o emplazamientos de ecología industrial), macrosistemas (escalas nacional, continental y mundial), ya sea en términos de producción o de consumo. La reducción del consumo de materiales pasa por la sobriedad a nivel del consumo individual, el ecodiseño a nivel industrial y la reducción de los flujos netos de materiales facilitada a nivel mundial. Hoy en día, aunque este enfoque ecológico empieza a surgir en ciertas zonas de "cero residuos, cero desechos" o en algunas ciudades como Berlín o Toronto, donde los tejados verdes conectados permiten recuperar y reutilizar el agua de lluvia, hay que decir que dista mucho de estar generalizado. En cambio, asistimos a "islas de circularidad" a escala de una región, un sector o un grupo de actores implicados en la permacultura, la agroecología o la economía social. Por el momento, estas islas adoptan la forma de proyectos de desarrollo urbano (como la reurbanización de antiguas zonas industriales abandonadas en la región alsaciana de Sundgau), proyectos locales (como el proyecto La Rochelle Territoire Zéro Carbone, ganador de la convocatoria nacional de proyectos Territoires d'innovation, que aspira a un balance neutro en carbono de aquí a 2040) o emplazamientos rehabilitados de forma ecológica (como Les Grands Voisins, hasta 2020) o la Maison des Canaux en París. Pero estas experiencias siguen siendo relativamente escasas, a menudo apoyadas por fondos públicos y siempre amenazadas por el modelo lineal, que sigue siendo dominante y a menudo más rentable a corto plazo. ¿Qué palancas podrían utilizarse para extender esta lógica verde con el fin de reducir más significativamente el flujo de materiales que producimos y consumimos, y conseguir así preservar eficazmente la biosfera para las generaciones futuras?
Los retos económicos, institucionales y sociales de un cambio de escala
Hacia una sociedad verde
La transición de los modelos lineales a los modelos verdes no es evidente. Se trata de un cambio radical de paradigma que se produce por etapas. La primera etapa microcircular, a escala de una empresa o de una gama de productos, permite desarrollar "herramientas útiles". Sin embargo, presenta una serie de riesgos, en particular el de un "efecto rebote", en el que la producción de residuos aumenta debido a un aumento del consumo que esperábamos que se compensara con el reciclado, y el de una "captura de residuos" con alto valor añadido (plásticos fácilmente reciclables, metales preciosos) por parte de las empresas que luego frenan la reducción de residuos. El caso del depósito sobre las botellas de plástico, que fue objeto de debate durante la adopción de la ley de 10 de febrero de 2020 sobre la lucha contra los residuos y la economía verde, ilustra bien este último riesgo: el depósito pretende mejorar la tasa de reciclaje de las botellas de tereftalato de polietileno (PET), pero al privatizar la recuperación de un material plástico fácil de clasificar y reciclar (por un precio de reventa de unos 200 euros/tonelada), el sistema corre el riesgo de contribuir a crear un mercado que favorezca el uso continuado de este tipo de envases, aunque el objetivo sea reducir drásticamente su uso para limitar la contaminación por plástico. La segunda etapa, al menos a escala regional, se articula en torno a la reducción de los flujos de materias primas y, por tanto, a la aplicación de medidas para reducir efectivamente los flujos de materias y energía por debajo de los límites mundiales, mediante el desarrollo de la agroecología, la desmaterialización, la descarbonización y la economía de la funcionalidad. Para extender este tipo de enfoque de un área pequeña a una escala global, se necesitan incentivos y restricciones institucionales, fiscales y legales.
El papel decisivo de la reglamentación
El plan de acción de la Unión Europea, iniciado en 2015 a partir de los trabajos de la Plataforma Europea para la Eficiencia de los Recursos, pretendía optimizar la gestión de los residuos (reciclando más e incinerando menos) más que reducirlos. En Francia, la ley de 2015 sobre la transición energética para un crecimiento verde (LTECV) consagró la economía verde en el Código de Medio Ambiente, tipificó el delito de engaño por obsolescencia programada y promovió la transición verde en el sector de la reutilización. El proyecto de ley sobre la lucha contra los residuos y la economía verde, adoptado por la Asamblea Nacional en 2020, proponía una serie de acciones concretas en varios sectores: información al consumidor, eliminación de los plásticos de un solo uso a partir de 2022 y fin de las exenciones para los "bioplásticos". A pesar de ello, la estrategia se basa más en herramientas de estabilización a nivel de un sector determinado y no todavía en su reducción a escala más global. No se han incluido algunas medidas que podrían reducir aún más la producción y el consumo de materiales, como adelantar la fecha límite para el fin de los plásticos de un solo uso. La normativa suele ser una palanca decisiva para cambiar las prácticas de empresas y consumidores e integrar este nuevo paradigma. El éxito de los modelos ecológicos depende de factores culturales y, en particular, de su capacidad para ser comprendidos y adoptados por el mayor número posible de personas. Por eso son tan cruciales las acciones colectivas de sensibilización y actuación de asociaciones como Halte à l'obsolescence programmée (HOP) y Zero Waste.
Sobriedad medioambiental y solidaridad social
Aunque la economía verde suele centrarse más en las cuestiones medioambientales que en las sociales, es crucial integrar una exigencia de justicia social e intergeneracional, en consonancia con su objetivo de preservar los ecosistemas para las generaciones futuras. No se trata sólo de limitar el consumo global de materias vírgenes y energía, sino también de promover formas de producir y consumir que respondan mejor a las necesidades. Existen muchas similitudes entre la economía social y solidaria y la economía verde. Basado en la experiencia de varios autores, nuestras opiniones y recomendaciones se expresarán a continuación (o en otros artículos de esta revista, respecto a sus características y/o su futuro): Desde hace varias décadas, las prácticas de reutilización y reciclaje se desarrollan gracias a redes como ressourceries, Emmaüs o la asociación Envie. Envie, pionera de la economía verde, construyó su proyecto desde el principio para contribuir tanto a la segunda vida de los electrodomésticos como a la inserción profesional, con 2.000 de sus 2.500 empleados en programas de inserción. Con el mismo espíritu, Emaús ha estructurado las actividades de sus comunidades y proyectos de inserción en torno a la recogida, reparación, reutilización y reventa de objetos, conjugando las exigencias económicas, medioambientales y sociales de una auténtica economía verde. En términos económicos, la reutilización es mucho más rentable que el reciclaje. En términos sociales, también crea más puestos de trabajo: según un estudio de la ADEME de 2014, 10.000 toneladas de residuos crean 1 puesto de trabajo si se depositan en vertederos, 31 si se reciclan y 850 si se procesan a través de estructuras de economía social dedicadas a la reutilización. Este auge de la reutilización también está permitiendo el desarrollo de empresas en torno a la reparación, el reacondicionamiento y la reventa de ordenadores y teléfonos móviles de segunda mano. Cerrar un ciclo a nivel de producto o pieza genera potencialmente mucho más valor que a nivel de material. Por ejemplo, es más fácil renovar un teléfono móvil y reacondicionarlo para su reventa que reciclarlo para recuperar la materia prima de sus componentes. La principal dificultad para reacondicionar los teléfonos es recuperarlos de los consumidores, que tienden a guardar sus viejos teléfonos en el fondo de un cajón en lugar de volver a ponerlos en circulación. La economía verde ofrece un contrapunto a la economía lineal que estructura nuestras sociedades industriales de consumo. Es un nuevo paradigma con principios diferentes: los residuos son un recurso, el uso de los bienes no implica propiedad y el rendimiento depende de la reducción de los flujos netos de materiales. Limitados por el momento a unas pocas islas o sectores, los modelos verdes desarrollados a mayor escala podrían ayudar a conservar los recursos para las generaciones futuras. Para cumplir esta promesa, la economía verde debe concebirse no como un fin en sí misma, sino como un medio para preservar los recursos materiales y energéticos, así como los bienes comunes mundiales del agua, la biodiversidad, el clima y la cohesión social. Revisor de hechos: EJ y Mox
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Objetivos y Características de Economía verde
Objetivos claves de la economía verde son los siguientes: Sostenibilidad medioambiental: el principal objetivo de la economía verde es promover la sostenibilidad medioambiental a largo plazo. Pretende minimizar el impacto negativo de las actividades económicas en el medio ambiente, conservar los recursos naturales y preservar la biodiversidad. Crecimiento económico inclusivo: la economía verde pretende generar un crecimiento económico inclusivo y equitativo. Busca crear empleos verdes y promover la igualdad de oportunidades, garantizando que el desarrollo económico beneficie a todos los sectores de la sociedad. Eficiencia de los recursos: la economía verde busca promover la eficiencia en el uso de los recursos naturales. Fomenta prácticas que reducen el consumo excesivo y los residuos, maximizando el uso de los recursos disponibles. Reducción de la huella ecológica: uno de los principales objetivos de la economía verde es reducir la huella ecológica de las actividades humanas. Esto significa reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y la contaminación atmosférica, y minimizar la producción de residuos. Desarrollo de tecnologías limpias: la economía verde fomenta la investigación, el desarrollo y la adopción de tecnologías limpias y sostenibles. Pretende estimular la innovación en ámbitos como las energías renovables, la eficiencia energética, la gestión de residuos y la agricultura sostenible. Conservación de la biodiversidad: la economía verde reconoce la importancia de la biodiversidad y trata de preservarla. Fomenta la protección de los ecosistemas naturales y la adopción de prácticas que minimicen el impacto sobre la flora y la fauna. Educación y concienciación: otro objetivo clave de la economía verde es promover la educación y la concienciación medioambientales. Pretende aumentar la comprensión de los retos medioambientales y promover cambios de comportamiento en favor de estilos de vida más sostenibles. Revisor de hechos: Leclerc Asunto: medio-ambiente. Asunto: union-europea. Tema: empresa-y-economia. Tema: economia.
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Economía verde
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Recursos
Traducción de Economía verde
Inglés: Green economy Francés: économie verte Alemán: Grüne Wirtschaft Italiano: Economia verde Portugués: Economia verde Polaco: Zielona gospodarka
Tesauro de Economía verde
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Véase También
Economía ecológica
Crecimiento ecológicamente sostenible
Transición hacia una economía ecológica
Crecimiento ecológico
Estrategia de economía ecológica
Partido de los verdes
Partido verde
Derecho cero
Exención de derechos de aduana
Exoneración de derechos de aduana
Condena condicional
Remisión condicional