Historia de la Política Fiscal
Este artículo es una expansión del contenido de la información sobre derecho tributario o fiscal, en esta revista de aspectos jurídicos de la empresa.
Aparte de ofrecer nuevas ideas y consejos clásicos, examina el concepto y los conocimientos necesarios, en el marco de la imposición en la empresa, sobre este tema.
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Te explicamos, en relación a los impuestos y otros aspectos tributarios, sobre las personas juridicas, qué es, sus características y contexto.
Historia de la Política Fiscal en Relación a Economía de Finales del Siglo XX
En este contexto, a efectos históricos puede ser de interés lo siguiente: [1] Es el conjunto de medidas de política económica encaminadas a lograr una variación en el nivel y composición de los gastos e ingresos públicos.
Evolución histórica
La política fiscal, tal como se entiende actualmente, está asociada a la Gran Depresión de 1929 y nace en el campo teórico con los fundamentos analíticos que le proporciona la aportación de J. M. Keynes en su Teoría General del Empleo, el Interés y el Dinero (1936). La política fiscal aparece propiamente como resultado del cambio operado en la concepción de la actividad fiscal del sector público y la influencia que ésta puede tener sobre la vida económica.
Pormenores
Los hacendistas clásicos confiaban escasas tareas a los ingresos y gastos públicos. Con alguna excepción, puede decirse que el fin fiscal o financiero constituía el único fundamento y la última causa de los ingresos públicos. Los gastos públicos, por otra parte, encontraban reducido su campo en las filosofías económicas predominantes. Como se ha puesto de relieve generalmente, era el principio del equilibrio presupuestario el que de manera inmediata limitaba las posibilidades de actuación de los ingresos y gastos públicos con el propósito de influir sobre las variables macroeconómicas. Las posibilidades de la política fiscal quedaban limitadas realmente a los programas de obras públicas financiados con deuda pública y que no encontraban fácilmente la aceptación de los economistas. En Suecia y Finlandia se ensayaron en los años treinta fórmulas de presupuestación de gastos e ingresos públicos que suponían el mantenimiento del equilibrio presupuestario para el periodo del ciclo económico, desdeñándose así el principio del equilibrio anual.
En suma, se trataba de una acción conciliadora de las ideas clásicas y del reconocimiento de la necesidad de actuar sobre la coyuntura, si bien se desviaba la atención en cierto modo de aquello que debía ser lo fundamental: ejercer una acción estabilizadora importante sobre la demanda efectiva. La aparición de la obra citada de Keynes supuso contar con un fundamento de la moderna política fiscal, y el esquema teórico propuesto por el célebre economista británico mostraba claramente cuáles deberían ser las principales actuaciones del gasto público.
En los años posteriores, aparecen nuevas aportaciones sobre política fiscal, que tratan de incrementar los comentarios de la misma o de darle un carácter de automatismo en su funcionamiento.
En los comienzos de la década de los sesenta surge en Estados Unidos lo que se ha llamado «Nueva economía», que propugna una activa intervención del sector público, no sólo con vistas a la estabilidad, sino también con miras a lograr el mayor crecimiento posible de la economía. Esta nueva aproximación descansa sobre un concepto esencial: el saldo presupuestario de pleno empleo, que sirve de orientador a la intervención del sector público y exige un aparato de previsión económica. Lo importante de la nueva política fiscal de los años sesenta es el carácter de permanencia que a la actuación de la política fiscal se asigna y su especial énfasis sobre la necesidad de alcanzar el producto bruto potencial y su especial atención al objetivo del crecimiento económico.
Los objetivos de la política fiscal
Aunque tradicionalmente la política fiscal con preferencia se ha encaminado a luchar en favor de la estabilidad de la demanda efectiva, con posterioridad ha ido ampliando sus cometidos, orientándose asimismo hacia tareas de redistribución de la renta, equilibrio exterior y desarrollo económico. La estabilidad ha sido sin duda (y puede decirse que continúa siendo) el objetivo al que con más eficacia puede servir la política fiscal; y a esta meta ha estado ligado esencialmente el desarrollo teórico que hasta ahora se ha producido de la política fiscal, sobre la base de la semilla que supuso la aportación de Keynes. Durante algún tiempo se propuso que la política fiscal se encaminara a lograr la estabilidad de la demanda efectiva con un cierto automatismo, como reacción, sustancialmente, a la excesiva beligerancia que al principio de los años cuarenta quiso concederse a la actuación de los ingresos (por Lerner y Hansen, principalmente). La evitación de discrecionalidad en la actuación de los instrumentos de que dispone la política fiscal se basa en el juego de los llamados estabilizadores automáticos, que son determinadas clases de impuestos y gastos públicos que tienen un comportamiento contrario al movimiento cíclico (véase en la plataforma (de Lawi): CICLO ECONÓMICO) de las principales magnitudes de una economía. De este modo se contrarrestaba automáticamente con las armas fiscales la evolución de la economía. Por ej., un impuesto sobre la renta drena mayores cantidades cuando la demanda privada pulsa fuertemente, mientras que ocurre lo contrario en casos de debilidad de esta demanda. Y del lado del gasto público, existen gastos como los subsidios al paro o a la agricultura que añaden fuerza a la demanda privada cuando ésta atraviesa por momentos de atonía (se aumentan los gastos públicos, como consecuencia de la subvención, cuando se incrementa el paro o existe una mala cosecha agrícola) o actúan en sentido inverso en periodos de expansión. Este automatismo de los instrumentos fiscales con vistas al objetivo de la estabilidad debe tenerse en cuenta y aprovecharse al máximo, como es lógico.Si, Pero: Pero existirán abundantes casos en que deba complementarse con una mayor o menor discrecionalidad, cobrando así la política fiscal toda la importancia que en este campo le corresponde. En los países atrasados, una política fiscal de desarrollo constituye tarea de suma importancia. Las reformas impositivas, la introducción de racionalidad económica en las inversiones, la selección de los gastos públicos más apropiados al nivel de desarrollo, etc., deben tender, en última instancia, a favorecer y estimular la formación de capital, motor fundamental del progreso económico. El papel y la eficacia de la política fiscal en el desarrollo económico depende, evidentemente, además del grado de desarrollo alcanzado, de un buen número de variables extraeconómicas. Las valoraciones políticas, el nivel cultural, el grado de desarrollo de la administración fiscal, el volumen de renta que se haya alcanzado y otras muchas circunstancias vienen a condicionar las posibilidades de la política fiscal de un determinado país.
Eficacia de la política fiscal
La operatividad de la política fiscal se ve frenada por un conjunto de obstáculos.
Resulta preciso tener muy en cuenta las condiciones o requisitos con que debe cumplir la política fiscal para que sea eficaz en relación con los fines que persigue. Esta cuestión ha sido estudiada con especial referencia a la política fiscal de estabilización.
En este sentido, se ha subrayado que es sumamente importante efectuar un diagnóstico exacto de la situación económica y realizar predicciones correctas, ya que intervenir en el momento adecuado es decisivo para poder lograr los fines perseguidos. Estos requisitos concretos, que vienen a condicionar la eficacia de la política fiscal estabilizadora, poseen menor relieve cuando lo que se persigue es el desarrollo económico. Podría decirse que las circunstancias que pueden condicionar la eficacia de la política fiscal de desarrollo, si bien de índole muy diversa, son principalmente de tipo político e instrumental. Debe subrayarse, asimismo, la necesidad de que exista la necesaria coordinación entre los fines perseguidos por las distintas políticas. La política fiscal para el desarrollo debe tener en cuenta este mandamiento, procurando no atentar contra la estabilidad ni contra la distribución equitativa de la renta y la riqueza, compatibilizando adecuadamente estos objetivos. Por otra parte, la política fiscal será tanto más eficaz cuanto que en mayor medida sea conocida y aceptada por los ciudadanos y en mayor grado se confíe en ella.
A este respecto, no debe producir graves alteraciones en las expectativas empresariales ni causar efectos psicológicos perjudiciales en los contribuyentes en general. [rbts name="economia.
Historia de la Previsión Económica y Fiscal en los Años 60
Propuestas de política fiscal de la Administración para 1967
Cuando el Consejo de Asesores Económicos del Presidente ofreció sus predicciones para el año 1968, asumió que el Congreso seguiría el programa económico propuesto por el Presidente. Ese programa se elaboró en parte en respuesta a las previsiones del propio Consejo sobre el efecto que tendrían las distintas alternativas políticas. El presidente Johnson pidió en su mensaje sobre el Estado de la Unión al Congreso, el 10 de enero de 1967, un recargo temporal del 6% en los impuestos sobre la renta de las personas y de las empresas "para que dure dos años, o mientras continúen los gastos inusuales asociados a nuestros esfuerzos en Vietnam".
En su Informe Económico al Congreso del 26 de enero de 1967, el Presidente recomendó una aceleración de la recaudación de impuestos a las empresas y un aumento del 20% en la mayoría de las prestaciones de la Seguridad Social. El 9 de marzo de 1967 propuso además el restablecimiento del crédito fiscal a la inversión del 7%, suspendido temporalmente el mes de noviembre de 1966. El restablecimiento del crédito fiscal a la inversión tenía por objeto estimular los gastos de las empresas privadas en instalaciones y maquinaria, que cayeron bruscamente cuando se suspendió el crédito. Las medidas de estímulo adoptadas anteriormente incluían la liberación de más de 2.000 millones de dólares de fondos federales, destinados a la construcción de carreteras y otros programas federales-estatales, que se habían congelado el año pasado como medida antiinflacionista.
Además, la Junta de la Reserva Federal, en un dramático giro, se embarcó en una política de dinero fácil en contraste con la política restrictiva que siguió durante la mayor parte de 1966. El aumento de las prestaciones de la Seguridad Social inyectaría poder adquisitivo adicional en la economía a finales de 1967, si el Congreso daba su aprobación. Por otra parte, el recargo fiscal, si se aprobaba y entraba en vigor el 1 de julio de 1967, como pedía la administración, retiraría unos 5.100 millones de dólares de manos privadas durante el ejercicio fiscal de 1968 y tendería a restringir la actividad económica. Estas propuestas representan sólo una pequeña, aunque la más importante, fracción de las decisiones políticas, tomadas o por tomar en 1067, que tendrían un impacto en la economía. Que todas ellas se conviertan en políticas dependerá en gran medida de la visión que los responsables tengan del futuro económico. Muchos congresistas ya han expresado sus dudas sobre la necesidad del recargo fiscal propuesto.
Señalando la ralentización del primer trimestre como prueba de una economía rezagada, argumentan que el recargo no es necesario para mantener una economía en expansión a lo largo del año. La mayoría demócrata del Comité Económico Conjunto del Congreso lo expuso así en un informe del 17 de marzo de 1967: "La propuesta de la administración de una subida de impuestos es fundamentalmente una propuesta para actuar en el futuro para hacer frente a contingencias que pueden no realizarse. El Congreso puede hacer frente a estas contingencias cuando y si surgen. ...Este es un año de gran incertidumbre en cuanto a la inversión, los inventarios, la demanda de los consumidores y otros factores." El comité comentó que "la previsión, un arte difícil en el mejor de los casos, es aún más incierta este año debido a las mencionadas corrientes cruzadas en la economía."
Impacto de los costes de la guerra de Vietnam en la economía estadounidense
Probablemente el problema fiscal más difícil al que se enfrentaban, en parte de los años 60, la administración y el Congreso es el coste de la guerra de Vietnam. Hasta 1968, ese conflicto había tenido un efecto mucho menor sobre la economía del país que el que tuvo la guerra de Corea, debido al fantástico crecimiento de la economía desde principios de los años 50. No obstante, los costes de la guerra habían causado graves problemas a los planificadores fiscales. La mayor parte de las dificultades económicas de 1966 -un aumento del 3,7% en los precios al consumo, un mercado de valores deprimido, los tipos de interés más altos desde la década de 1920 y una profunda depresión en la industria de la construcción de viviendas- pueden atribuirse a la guerra. Las dificultades para pagar miles de millones por este concepto se vieron agravadas por consideraciones políticas que ocultaron el verdadero coste de la guerra durante varios meses y convirtieron la mayoría de las previsiones económicas en sombreros de gallo. El informe del Comité Económico Conjunto señalaba: "La incierta y creciente guerra de Vietnam hizo que la planificación fiscal anticipada -el nivel de impuestos y el nivel de gasto público- fuera poco menos que imprevisible, con las consiguientes señales contradictorias y corrientes cruzadas.
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Teniendo en cuenta el efecto multiplicador que se espera normalmente de las oleadas de actividad económica que surgen de los gastos del gobierno, el aumento imprevisto de los desembolsos para Vietnam probablemente está teniendo un impacto en la economía superior a los 20.000 millones de dólares en términos de P.N.G." A finales de 1965, los precios habían empezado a subir y la Junta de la Reserva Federal se había embarcado en una política monetaria restrictiva.
Sin embargo, los mejores dispositivos de previsión disponibles indicaban sólo un crecimiento controlado de la economía en 1966, aunque casi todos los pronosticadores matizaban su predicción con advertencias como "Esto supone sólo un aumento moderado del gasto en defensa para la guerra." El Consejo de Asesores Económicos, en su informe anual de enero de 1966, pronosticó un aumento de 46.500 millones de dólares en el producto nacional bruto.
En esa previsión, basada en las peticiones presupuestarias del Presidente, estaba implícita la suposición de que el Presidente pedía lo que la administración esperaba gastar.
Si el Consejo hubiera conocido el verdadero nivel de gasto en defensa, como aparentemente no fue, habría tenido que hacer una previsión muy diferente y la política económica de la administración podría haber sido muy distinta4. La previsión del Consejo de un aumento de 46.500 millones de dólares en el P.N.G. era más alta que la de todos los pronósticos, excepto algunos de los muchos realizados.
Aun así, resultó ser demasiado baja en unos 12.000 millones de dólares.
En realidad, el gran salto inesperado en el P.N.G.
Fue más de lo que podría haber causado el gasto adicional en defensa por sí solo. Los empresarios de todo el país, al darse cuenta de que los gastos de defensa excluían cualquier posibilidad de recesión, comenzaron a invertir fuertemente en nuevas instalaciones y equipos. El resultado fue un enorme aumento del 16,5% en la inversión empresarial con respecto a 1965. "Pasará mucho tiempo antes de que podamos decir lo que una acumulación de defensa hace a la psicología de los negocios", dijo Arthur Okun, miembro del Consejo de tres hombres, "pero el año pasado fue la historia completa". Datos verificados por: Brown Cuestión: politica-fiscal. Cuestión: impuestos.
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Véase También
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Notas y Referencias
Basado parcialmente en el concepto y descripción sobre historia de la política fiscal en la Enciclopedia Rialp (f.
Autorizada), Editorial Rialp, 1991, Madrid
Véase También
Bibliografía
K.
Nunca te pierdas una historia sobre el derecho fiscal corporativo y relaciones tributarias, de esta revista enfocada al derecho empresarial:
BUTTERS, Lecturas sobre política fiscal, Madrid 1959; C.
A. HALL, Política fiscal y crecimiento estable, Bilbao 1964; N (se puede estudar algunas de estas cuestiones en la presente plataforma online de ciencias sociales y humanidades).
F. KEISER, Macroeconomics, Fiscal Policy and Economic Growth, Nueva York 1964; 1.
SCHERER y 1.
A. PAPKE, Public Finance and Fiscal Policy, Boston 1966; B. HANSEN, The Economic Theory of Fiscal Policy, Londres 1958; A.
Nunca te pierdas una historia sobre el derecho fiscal corporativo y relaciones tributarias, de esta revista enfocada al derecho empresarial:
T. PEACOCK y G. K.
SHAw, The Economic Theory of Fiscal Policy, Londres 1971; INSTITUTO DE ESTUDIOS FISCALES, La política fiscal en acción, Madrid 1971.