El Movimiento Social Cristiano
Este artículo es una ampliación de la información sobre derecho laboral o del trabajo, en esta revista de derecho empresarial. Aparte de ofrecer nuevas ideas y consejos clásicos, examina el concepto y los conocimientos necesarios, en el marco del derecho del trabajo, sobre este tema. Basado en la experiencia de varios autores, nuestras opiniones y recomendaciones se expresarán a continuación (o en otros artículos de esta revista, en cuanto al derecho laboral o del trabajo, y respecto a sus características y/o su futuro): Te explicamos, en relación a la seguridad social y el derecho laboral, qué es, sus características y contexto. En inglés: Christian Social Movement. Movimiento político que basa su programa de reforma social y económica en la ética cristiana y en las principales encíclicas papales sobre cuestiones sociales.
Nota: con esta expresión también se designa al Movimiento Social Cristiano (MSC) fue un partido político chileno que operó durante los años 1980, cuyos miembros provenían principalmente por personas disidentes del Partido Demócrata Cristiano (PDC).
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Perspectivas
La aplicación del cristianismo social queda librado a la responsabilidad de los laicos. La Iglesia se limita a señalar los principios morales sin los cuales es imposible resolver la cuestión social.
Como guardiana de la moral no puede desinteresarse de las condiciones sociales en que viven los hombres. Enseña el ideal evangélico de justicia, de paz y de amor; propone el espíritu de pobreza, abnegación y sacrificio en la marcha hacia el ideal del orden social; pero no formula un plan concreto de reformas sociales.
Toca a los cristianos elegir y realizar las técnicas económicas y sociales.
Desde la primitiva comunidad cristiana de Jerusalén hasta nuestros días, el movimiento social (un organismo colectivo, en general, que se distingue por un alto nivel de compromiso, y activismo político, pero que a menudo carece de una organización clara) cristiano, pensamiento y acción, ha producido frutos generosos y fecundos. Frutos prendidos al árbol evangélico, con el inconfundible saber de la justicia, de la caridad, de la pobreza, de la paz y de la disponibilidad. Faltan gravemente a la verdad quienes aseguran que el catolicismo social confía a las buenas voluntades individuales, únicamente, el cumplimiento de la justicia en el problema social.
La actividad de las personas no puede reglarse sobre la exclusiva base del espíritu de buena voluntad. Estamos entre hombres; no entre ángeles. Necesitamos del Derecho positivo, del Estado y de las instituciones. Está muy bien pugnar por la reforma interior del hombre, pero a condición de no olvidar la simultánea y paralela reforma de las estructuras sociales.
Para la vida del espíritu se precisa bienestar y seguridad. Lo que no significa, claro está, que el confort, la riqueza o el poderío material deban estar en el primer plano de las preocupaciones humanas. El catolicismo social no tiene, ni podría tener, un programa definitivamente elaborado (consulte más sobre estos temas en la presente plataforma digital de ciencias sociales y humanidades). Abierto perpetuamente a todas las diversidades de tiempo y de lugar, busca siempre adoptar los medios temporales a sus fines supra temporales.
Subordina la producción al consumo, el lucro al servicio, el trabajo a la contemplación.
Respeta y defiende la dignidad de la persona humana, el derecho natural de la familia y de las comunidades intermedias, la necesidad de la autoridad legítima. Pide servicios, hasta la abnegación y el sacrificio, en aras del bien público temporal. Fomenta la colaboración, la conciliación y la paz entre las personas y los grupos. Los grandes temas del movimiento social (un organismo colectivo, en general, que se distingue por un alto nivel de compromiso, y activismo político, pero que a menudo carece de una organización clara) cristiano pueden resumirse como lo ha propuesto Joseph Folliet, en diez grandes cuestiones: 1- Respetar, defender y proteger el desarrollo de la persona humana. 2- Respetar el bien común y fortalecer las sociedades y comunidades. 3- Realizar las exigencias de la justicia y de la caridad. El orden social se funda sobre la justicia; la paz social es obra del amor. 4- La reforma de las costumbres, realizada mediante el esfuerzo personal, está indisolublemente unida a la reforma de las instituciones y de las estructuras. 5- La familia debe ser defendida, respetada y liberada. Urge organizar a la familia teniendo en cuenta a la persona, y organizar la sociedad teniendo en cuenta a la familia. 6- El derecho de asociación ha de ser respetado.
Se han de organizar los cuerpos intermedios entre el individuo y el Estado, que derivan del ejercicio de ese derecho. 7- Es necesaria una organización profesional creada en la libertad, para poner fin a la lucha de clases. La fórmula el sindicato libre en la profesión organizada conserva todo su vigor. 8- El Estado tiene el derecho de ejercer cierta intervención económica y social para orientar y coordinar la economía, poniéndola al servicio del hombre y del bien común. 9- La intromisión indebida del Estado en la esfera de las asociaciones libres y de la libertad personal debe cesar. 10- Urge organizar y articular la comunidad internacional. Dentro de esta riqueza temática, el cristianismo social se ha acercado a los problemas actuales, economía dirigida, evolución del capitalismo, nuevas doctrinas, nuevas necesidades técnicas de la época, sin planes prefabricados.
Se advierte la necesidad de emplear, para fines humanos, las inmensas posibilidades aportadas por la ciencia y la técnica. Queremos un mundo que elimine el hambre y la explotación.
El espíritu de justicia y de caridad nos pide un mundo sin parias, sin opresiones, sin exclusiones.
Sabemos que nunca desaparecerán los sufrimientos, las luchas, los fracasos. Nunca llegaremos a hacer del planeta un paraíso terrestre. Y sin embargo, seguimos anhelando un mundo en orden y en paz. El Dr. Joseph Folliet, secretario general de las Semanas Sociales de Francia, y sus principales colaboradores: el economista Gilbert Blardone, el teólogo Henri Vial y el organizador Michel Chartier, han señalado, con brillante lucidez, las exigencias socio económicas de la época: a- El paso a un régimen económico y social más allá del capitalismo y del salariado. b- La reducción, y luego la supresión, de las masas de miseria que subsisten en el mundo: ancianos, infancia abandonada, pueblos infra desarrollados, comunidades rurales, etc. c- La supresión de la condición proletaria y la sustitución de todo trabajo humano indiferenciado y degradante por la energía mecánica. d- Una promoción obrera y campesina que permita el acceso del mayor número posible de trabajadores a las responsabilidades y a la iniciativa. e- Un aumento considerable de la producción, pero también una mejor distribución de las riquezas, operada por los medios modernos de la técnica económica.
Se debe tender a reemplazar la economía de mercado por una economía de tipo distributivo. f- Una organización política y económica de la paz entre los pueblos, bajo la egida de una autoridad internacional universal reconocida. La Unión Internacional de Estudios Sociales, fundada en 1920 (Malinas, Bélgica), bajo la inspiración del célebre Cardenal Mercier, elaboró, con la colaboración de distinguidos especialistas católicos reclutados en catorce países, un Código Social, que presenta en esbozo, la doctrina social católica y que no tiene paralelo en su género (consulte más sobre estos temas en la presente plataforma digital de ciencias sociales y humanidades). A la luz de los principios perennes del cristianismo se apunta la solución de las dificultades más serias y actuales. El ensayo de síntesis, escrito con todo rigor y traducido a términos jurídicos, comprende una introducción, el hombre y la sociedad, siete capítulos, vida familiar, vida cívica, vida profesional, vida económica, asociaciones privadas, vida internacional, vida sobrenatural y dos apéndices, una declaración de los derechos de hombre y una declaración sobre la seguridad social.
Autor: Héctor Berducido, A
En Europa del Este
En la Galicia ucraniana, a finales del siglo XIX y principios del XX, el movimiento estaba representado por el ala moderada de los populistas (véase Populismo ucraniano occidental), los partidarios de la Nueva Era, encabezada por Oleksander Barvinsky y publicada en el periódico Ruslan (consulte más sobre estos temas en la presente plataforma digital de ciencias sociales y humanidades). Al principio el movimiento se conocía como la Unión Católica del Pueblo Ruteno (est en 1896); en 1911 cambió su nombre por el de Partido Social Cristiano. Este partido tenía sus representantes en el parlamento austriaco y en la Dieta Gallega.
Continuó operando bajo el régimen polaco de entreguerras.
Sus miembros principales fueron Anatol Vakhnianyn, Kyrylo Studynsky y Lev Lopatynsky (consulte más sobre estos temas en la presente plataforma digital de ciencias sociales y humanidades). A principios de los años 30, una parte de sus miembros activos se unieron a la Alianza Democrática Nacional Ucraniana (UNDO), mientras que otros fundaron el Partido Popular Católico Ucraniano, que publicó el periódico Nova zoria en Stanyslaviv. El Obispo Hryhorii Khomyshyn apoyó este partido. La Unión Católica Ucraniana, que no participaba en la política sino que se concentraba en asuntos sociales y religiosos, fue fundada en 1931 en la archeparchy de Lviv. Políticamente, el sindicato apoyó a la UNDO. En Transcarpathia los partidarios del Movimiento Social Cristiano formaron el Partido Agrario Rutenio en 1920 bajo la República Checoslovaca.
En 1924 este partido adoptó el nombre de Partido Popular Cristiano. Después de 1945, ningún partido social cristiano fue revivido en el extranjero. El Movimiento Cristiano Ucraniano, que se organizó en 1955, continuó en cambio las tradiciones de la Unión Católica Ucraniana. El programa y los principios del Movimiento Social Cristiano fueron elaborados en las publicaciones católicas que salieron en Galicia y en el extranjero. La Acción Católica, bajo el liderazgo (véase también carisma) de la jerarquía eclesiástica, operaba independientemente del Movimiento Social Cristiano (consulte más sobre estos temas en la presente plataforma digital de ciencias sociales y humanidades). Algunas de las organizaciones del Movimiento Social Cristiano que se han mencionado han trabajado estrechamente con la jerarquía eclesiástica, y algunas incluso dependían de ella. Por esta razón fueron acusados de clericalismo (es decir, de interferencia de la iglesia en la política) por círculos izquierdistas-socialistas y nacionalistas de derecha. Autor: Black
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