Los Seguros de Enfermedad Privados
Este artículo es una expansión del contenido de la información sobre derecho laboral o del trabajo, en esta revista de derecho empresarial. Aparte de ofrecer nuevas ideas y consejos clásicos, examina el concepto y los conocimientos necesarios, en el marco del derecho del trabajo, sobre los seguros de enfermedad privados. Basado en la experiencia de varios autores, nuestras opiniones y recomendaciones se expresarán a continuación (o en otros artículos de esta revista, en cuanto al derecho laboral o del trabajo, y respecto a sus características y/o su futuro): Te explicamos, en relación a la seguridad social y el derecho laboral, qué es, sus características y contexto.
Visualización Jerárquica de Seguro de Enfermedad
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A continuación se examinará el significado.
Nunca te pierdas una historia sobre derecho del trabajo y relaciones laborales, de esta revista de derecho empresarial:
¿Cómo se define? Concepto de Seguro de enfermedad
Véase la definición de Seguro de enfermedad en el diccionario. Asunto: asuntos-sociales.
Seguros privados y protección social
La cuestión que nos interesa es la de cuál es la mejor institución para cubrir a las personas contra los riesgos de la vida: desempleo, invalidez, incendio, robo, enfermedad y muerte.
Son riesgos evidentes. A veces añadimos la fecundidad, la jubilación, el tipo genético y la pobreza, para los que la dimensión del riesgo es menos evidente. Históricamente, tres organizaciones han intervenido en la cobertura de estos riesgos: el Estado y el mercado antes mencionados, pero también la familia. En muchos países en desarrollo, y en nuestros países industrializados no hace tanto tiempo, la solidaridad familiar era el principal proveedor de seguridad. Los seguros privados aparecieron poco a poco y los seguros sociales más tarde, pero también de forma más masiva con Bismarck.
Como muestra el gráfico 1, en todos los países afectados, la protección social representa una proporción del PIB muy superior a la de los seguros privados. Algunos países, como los escandinavos, tienen una marcada preferencia por la protección social, mientras que otros, como los países anglosajones y los Países Bajos, tienen un seguro privado relativamente eficaz. Hay que señalar que para este tipo de seguros, que recurren a una multiplicidad de servicios de mercado, el papel de la familia es menos importante, salvo quizá para la prevención. Aquí se parte de la premisa de que el seguro debe ser proporcionado por el mercado. Y nos preguntamos por qué el Estado interviene como lo hace. Basado en la experiencia de varios autores, nuestras opiniones y recomendaciones se expresarán a continuación (o en otros artículos de esta revista, en cuanto al derecho laboral o del trabajo, y respecto a sus características y/o su futuro): También cuestionamos las perspectivas de esta intervención, dado el crecimiento de los costes médicos y los problemas presupuestarios de los Estados modernos. Las razones generalmente aducidas son dos: fallos del mercado e imperativos redistributivos. Anticipándonos a lo que sigue, veremos que los fallos tradicionales del mercado no justifican realmente la intervención del Estado. Por otra parte, los menores costes del seguro social y su capacidad para comprometerse a largo plazo le confieren una ventaja sobre el seguro privado.
Sobre todo, el seguro social se basa en consideraciones redistributivas. Al hacerlo universal, el Estado aumenta el bienestar colectivo mucho más eficazmente de lo que lo haría sólo con impuestos redistributivos.
Eficacia
El riesgo moral ex ante se refiere a la imprudencia que puede resultar del hecho mismo de estar asegurado, imprudencia que aumenta la probabilidad de accidente. El riesgo moral ex post se produce cuando el hecho de estar asegurado genera una mayor demanda de compensación, en este caso de asistencia médica. En general, se considera que en el sector sanitario el segundo tipo de riesgo moral es el más frecuente. En un mundo de información perfecta, el asegurador público o privado podría controlar el grado de prudencia y el nivel de consumo del asegurado. Pero cuando la información es asimétrica, en detrimento del asegurador, se recurre a contratos de seguro que incluyen una franquicia (o techo) y una tasa de copago (ticket modérateur). La forma en que se remunera a los profesionales también afecta al alcance del riesgo moral. Los sistemas de pago por servicio tienden a fomentar el consumo inducido. En cambio, la remuneración basada en el número de pacientes registrados tiende a desincentivarlo. ¿Cuáles son las ventajas comparativas del Estado y el mercado con respecto al riesgo moral? No hay una respuesta clara a esta pregunta, y cabe afirmar que el Estado no está mejor equipado que el mercado para corregir este fallo del mercado.
La selección adversa es el otro fallo clásico del mercado
El punto de partida es la heterogeneidad de la población en cuanto a su estado de salud, en concreto su probabilidad de contraer una determinada enfermedad. En un mundo de certidumbre, la población estaría segmentada en clases de riesgo, y cada una pagaría una prima correspondiente al valor esperado de su gasto sanitario. Las implicaciones redistributivas de esta política se abordarían a través de los impuestos.
Sin embargo, en caso de información asimétrica, los denominados "malos riesgos" no tienen por qué revelarlo a las aseguradoras. Una póliza de seguros basada en probabilidades medias será rechazada por los "buenos riesgos".
Sin entrar en detalles, es posible que no haya equilibrio. Un posible equilibrio es el que ofrece a los "buenos riesgos" una póliza que los "malos riesgos" no se ven tentados a comprar (con una franquicia suficientemente alta). Una respuesta clásica a este fallo del mercado es hacer obligatorio el seguro. La intervención del Estado es, pues, esencial, pero puede limitarse a una simple obligación, como es el caso del seguro de automóviles a terceros en muchos países. El seguro social universal es otra forma de abordar el problema de la antiselección. A este respecto, cabe señalar que las pruebas genéticas podrán utilizarse algún día para detectar los "malos riesgos". Esto plantea la cuestión de la conveniencia de tales pruebas. En un mundo en el que la fiscalidad pudiera resolver las cuestiones de redistribución sin fricciones, ¿por qué no? Si no es así, puede ser deseable prohibir las pruebas genéticas, si es posible, y obligar al sector de los seguros a redistribuir (suponiendo una correlación entre malos riesgos y bajos ingresos).
El coste del seguro
Paradójicamente, los seguros sociales de enfermedad parecen ser menos caros que los privados. Esto se debe a dos razones. En primer lugar, está la ventaja de las economías de escala.
Cuando el seguro privado desempeña un papel importante, atrae a un gran número de empresas más o menos competitivas.
Cuantas más haya, menos podrán beneficiarse de las economías de escala. Además, esta competencia entre aseguradoras suele conllevar importantes gastos de publicidad, de los que los seguros sociales pueden prescindir en cierta medida. Empíricamente, la ventaja del seguro social parece ser bastante significativa, a pesar de que la competencia debería empujar a las empresas privadas más cerca de la frontera de eficiencia productiva que el seguro social.
Por ejemplo, Krugman [2004] cita un estudio que demuestra que en las compañías privadas de seguros sanitarios estadounidenses los costes administrativos representan el 11,7% del presupuesto. En el sistema público de seguro de enfermedad para ancianos, Medicare, sólo representan el 3,6% y sólo el 1,3% en el sistema público canadiense.
Compromiso
Entendemos que el concepto de compromiso es importante en el ámbito de los seguros de enfermedad. La garantía de estar cubierto durante toda la vida, sea cual sea la evolución de la salud, es un derecho con el que todo el mundo está comprometido. A este respecto, los seguros sociales presentan un balance desigual en comparación con los seguros privados. Por una parte, ofrece un contrato de por vida que no depende del estado de salud ni de los ingresos del individuo. Los seguros privados sólo pueden ofrecer contratos a corto plazo. Por otro lado, los seguros sociales pueden modificar las condiciones del contrato en función de las limitaciones financieras o de la evolución de las necesidades de la población. Los seguros privados, que se basan en la equidad actuarial, no pueden modificar las condiciones del contrato antes de su vencimiento.
Efectos externos
El consumo de asistencia sanitaria también puede dar lugar a efectos externos. Aunque estos efectos parezcan insignificantes para la mayoría de los tipos de asistencia, son probablemente importantes en determinados ámbitos. Las vacunas y, más en general, el tratamiento de las enfermedades contagiosas son excelentes ejemplos. La intervención pública en este ámbito incluye, por una parte, medidas de salud pública (programas de vacunación obligatoria, por ejemplo).
Sin embargo, los seguros sociales también desempeñan un papel importante a la hora de hacer accesibles a una población más amplia los cuidados que requieren estas enfermedades.
Competencia imperfecta y poder de mercado
El mercado sanitario dista mucho de ser un mercado de competencia perfecta. Ya hemos mencionado los problemas de información específicos del sector, que ponen en entredicho el buen funcionamiento de la competencia.
Sin embargo, el sector sanitario no es inmune a los fallos "clásicos" del mercado. Los hospitales y determinados especialistas pueden tener un poder de monopolio en su mercado local. Por ejemplo, puede haber colusión entre los profesionales sanitarios de una zona determinada. La intervención pública en este ámbito consiste principalmente en regular el sector (sobre todo en lo que respecta a los hospitales y la tarificación de la asistencia). Además, el carácter público de los seguros confiere a la organización en cuestión un poder de monopsonio frente al poder de mercado de las empresas farmacéuticas.
Equidad y redistribución
La seguridad social redistribuye de dos maneras: hacia las personas con rentas bajas y hacia las que tienen una mayor necesidad de atención médica.
Cabe preguntarse por qué es adecuado utilizar este instrumento de redistribución. La respuesta más sencilla, sin embargo, es remitirse al "igualitarismo específico", posiblemente combinado con el funcionamiento del proceso político. Por otra parte, la economía pública ofrece una respuesta más sutil al mostrar que el segundo mejor óptimo en un mundo de información asimétrica puede implicar un papel redistributivo para los seguros sociales.
Igualitarismo específico
El concepto de igualitarismo específico desarrollado por Tobin refleja la idea de que ciertos bienes, como la educación o la sanidad, se consideran esenciales y satisfacen necesidades básicas. En consecuencia, deberían asignarse universalmente con independencia de los ingresos u otras características individuales. Así pues, la protección social se justifica directamente por la preocupación de garantizar que toda la población pueda beneficiarse de un nivel adecuado de asistencia sanitaria. Este concepto puede parecer un tanto artificial al economista público, ya que se basa en preferencias sociales "no parietarias".
Sin embargo, parece gozar de un amplio apoyo político. Se puede observar que el proceso político puede conducir a la redistribución en cualquier caso. De hecho, es fácil demostrar que este resultado se obtiene si el votante medio tiene una renta inferior a la media y una probabilidad superior a la media de utilizar el seguro de enfermedad.
Si el votante no sólo determina su elección en función de su propio interés, sino que también se preocupa por un igualitarismo específico, esta tendencia no puede sino reforzarse.
Objetivo y óptimización
En un mundo en el que la información es perfecta y los instrumentos económicos no interfieren en las elecciones individuales, no hay ninguna razón para utilizar el seguro de enfermedad para redistribuir recursos de los ricos a los pobres.
Cuando no es así, cuando la información del planificador social no es suficiente para garantizar una redistribución eficaz a través del impuesto sobre la renta, entonces puede ser conveniente utilizar transferencias en especie. En otras palabras, el gobierno puede tener que proporcionar un bien privado gratuitamente o a un precio subvencionado. En concreto, puede ser conveniente ofrecer medicamentos ampliamente subvencionados a todos los ciudadanos. En los años 90, algunos autores mostraron que esta última política es óptima si la salud y la renta están correlacionadas positivamente. De este modo, el seguro social, al ofrecer a los más desfavorecidos, que son también los que más necesitan la asistencia sanitaria, la posibilidad de tratarse prácticamente gratis, ofrece una redistribución más eficaz que la que se conseguiría gravando la renta.
Perspectivas
Como acabamos de ver, el sector sanitario es sin duda uno en los que el papel del Estado parece menos cuestionado. Los argumentos tradicionales a favor de la privatización no son realmente aplicables en este caso. El mercado no es más eficaz que el Estado; su única ventaja es que se adapta mejor a las demandas de los pacientes asegurados y, sobre todo, segmenta la sociedad en grupos de familias con distintos grados de cobertura de seguro.
Con una fracción de la sociedad poco o nada asegurada, el gasto agregado se reduce. Pero eso no basta, como demuestra el ejemplo de Estados Unidos, donde una quinta parte de la población no tiene cobertura médica, y que gasta en sanidad más que ningún otro país, es decir, casi el 15% del PIB. Hay que decir que en Estados Unidos la calidad de la asistencia para los que tienen un seguro privado es excepcional. Para hablar de las perspectivas, es importante analizar las amenazas que se ciernen sobre nuestro sistema sanitario. Las principales amenazas que se citan a menudo son la competencia fiscal y, más ampliamente, la apertura de las fronteras, el progreso tecnológico, el envejecimiento y la aparición de una medicina a dos niveles. A estas amenazas se añade un fenómeno que puede describirse como "pérdida de interés por los asuntos públicos". Refleja una pérdida generalizada de confianza en el papel económico del Estado.
La competencia fiscal y, más ampliamente, la apertura de las fronteras
La apertura de las fronteras puede tener dos efectos en un sistema redistributivo como el nuestro. En primer lugar, se produce un fenómeno de nivelación a la baja de la redistribución, que conduce en última instancia al dumping social.
Algunos hogares, más ricos y con mejor salud, podrían trasladarse a un país que ofrezca un seguro de enfermedad más contributivo, es decir, en el que las cotizaciones se correspondan con el valor esperado del gasto sanitario. Entonces, sin emigrar necesariamente, es posible que algunas compañías de seguros extranjeras ofrezcan seguros orientados al estado de salud de un individuo, basándose este estado de salud en una serie de características verificables, incluidas ciertas características resultantes de pruebas genéticas. Esto ocurriría en cuanto se permitiera a los hogares renunciar total o parcialmente al sistema público. También podemos hablar aquí de países que envían a sus pacientes a países vecinos para determinados procedimientos. Me viene a la mente el ejemplo de Gran Bretaña, así como ciertas ciudades costeras de España y Luxemburgo.
Se trata de ejemplos en los que es necesario desarrollar normas de equiparación adecuadas para evitar pacientes "polizones".
Desinterés por los asuntos públicos
Aunque parezca que la solución pública es deseable tanto desde el punto de vista de la eficacia como de la equidad, lo que importa es la percepción que de ella tienen los ciudadanos. La opinión pública suele tener la impresión de que lo "público" es ineficaz tanto a la hora de recaudar fondos como de utilizarlos. Esta afirmación es sin duda cierta en algunos casos, pero parece no serlo tanto en el caso de la sanidad. Que una parte de la opinión pública esté a favor de una privatización más o menos amplia es normal; lo preocupante es ver a personas que saldrían perdiendo presionando a favor de tales reformas. El papel de la educación es aquí crucial. Los economistas de la salud, así como los periodistas y los políticos, tienen aquí una gran responsabilidad.
Progreso tecnológico
Tanto si hablamos de un sistema privado a la americana como de un sistema público a la francesa, el principal problema del control de los costes se deriva del progreso tecnológico.
Suponiendo que puedan eliminarse las ineficiencias antes mencionadas, ello permitiría ganar como máximo algunos puntos en relación con el PIB. En cambio, si no se controla, el progreso médico y la demanda que genera podrían duplicar el gasto sanitario en pocas décadas.
Envejecimiento
En comparación, el envejecimiento demográfico representa una amenaza menor. Esto resulta sorprendente dada la prominencia que suele ocupar en los debates.
Según las estimaciones más corrientes, el envejecimiento sólo representa el 15% de la explosión prevista del gasto sanitario. La mayor parte del aumento procederá del progreso técnico y de la demanda que genera.
Una medicina a dos velocidades
Incluso en el mejor de los casos, señala parte de la literatura, no podemos evitar dejar una parte de la asistencia sanitaria fuera de la esfera pública. Mientras sólo se trate de habitaciones privadas o de intervenciones raras y extremadamente caras, no hay de qué preocuparse. Lo que hay que evitar es el desarrollo de una medicina a dos niveles, con un deterioro progresivo de la calidad del primer pilar, el universal. El ejemplo canadiense ilustrado por la película "Les Invasions Barbares" es elocuente a este respecto. Revisor de hechos: Le Clercc Asunto: asuntos-financieros. Asunto: seguros.
Seguros de Enfermedad Privados en el Ámbito Económico-Empresarial
En el Contexto de: Seguros
Véase una definición de seguros de enfermedad en el diccionario y también más información relativa a seguros de enfermedad. Asunto: seguros-privados.
¿Qué piensas sobre este tema? ¿Tienes alguna experiencia o ejemplo que quieras compartir? ¿Cuál es tu opinión?
Recursos
Traducción de Seguro de enfermedad
Inglés: Health insurance Francés: Assurance maladie Alemán: Krankenversicherung Italiano: Assicurazione malattia Portugués: Seguro de doença Polaco: Ubezpieczenie zdrowotne
Tesauro de Seguro de enfermedad
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Véase También
Subsidio de enfermedad