Sindicalismo de Clase
Este artículo es una ampliación de la información sobre derecho laboral o del trabajo, en esta revista de derecho empresarial. Aparte de ofrecer nuevas ideas y consejos clásicos, examina el concepto y los conocimientos necesarios, en el marco del derecho del trabajo, sobre este tema. Basado en la experiencia de varios autores, nuestras opiniones y recomendaciones se expresarán a continuación (o en otros artículos de esta revista, en cuanto al derecho laboral o del trabajo, y respecto a sus características y/o su futuro): Te explicamos, en relación a la seguridad social y el derecho laboral, qué es, sus características y contexto.
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Noción de Sindicalismo de Clase
En materia de empleo y relaciones laborales en la Unión Europea y/o España, se ha ofrecido [1], respecto de sindicalismo de clase, la siguiente definición: La intención declarada del sindicalismo de clase es la de defender los intereses del trabajador como miembro de una clase social específica; propone la transformación del sistema político, económico y social para que sea más favorable para la clase trabajadora, y está en contra del sindicalismo gremial o corporativo. Es un sindicalismo que toma parte activa en el proceso político, generalmente apoyando a los partidos políticos que luchan por defender los intereses de los trabajadores.
En España, las confederaciones de UGT y CC.OO. Basado en la experiencia de varios autores, nuestras opiniones y recomendaciones se expresarán a continuación (o en otros artículos de esta revista, en cuanto al derecho laboral o del trabajo, y respecto a sus características y/o su futuro): Tienden a describirse a sí mismas como sindicatos de clase.
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Historia: el inicio del movimiento obrero en Gran Bretaña como una nueva clase social
La mayor parte de los sindicatos tenían un carácter en gran medida regional, y cuando lograron tener un carácter nacional, a menudo no duraron demasiado, como le sucedió a la Asociación Tipográfica Nacional, fundada en 1844, que cuatro años después se dividió en tres organismos regionales distintos porque los tipógrafos de Londres pensaron que estaban subvencionando a sus compañeros del norte sin conseguir gran cosa a cambio. Durante el largo declive económico que se prolongó hasta mediados de siglo, los sindicatos fueron derrotados una y otra vez en las disputas laborales cuando los patronos forzaron la bajada de los salarios de sus miembros, dando lugar a la desintegración de asociaciones nacionales como el Gran Sindicato de Hilanderos del Algodón o la Asociación Nacional para la Protección de los trabajadores.
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Un ejemplo típico de las dificultades que comportaba asegurar la representación eficaz de los trabajadores podemos verlo en el caso de la Asociación de Mineros de Gran Bretaña e Irlanda, formada por una alianza de mineros del carbón de Durham y Yorkshire en 1842-1843.
En 1844 este sindicato tenía 70.000 miembros, o lo que es lo mismo, el 30 % de todos los mineros de la región, y contaba con un secretario general, una ejecutiva nacional y un periódico.
Su objetivo, claramente definido, era impedir que los precios y los salarios se redujeran mediante la restricción de la producción.
Ese mismo año la huelga fue derrotada de inmediato cuando los patronos recurrieron a mano de obra alternativa y despidieron a los activistas más destacados.
En 1848 el sindicato casi había sucumbido.
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Las huelgas y los conflictos colectivos quedaron confinados a meras disputas de carácter local o, a lo sumo, regional. El intento llevado a cabo en 1833-1834 de formar un Gran Sindicato Nacional Consolidado, de inspiración política, no había hecho nada, aparte de celebrar un congreso, al que se dio mucha publicidad, antes de que se desintegrara por completo. La lección que sacó de todo esto un número cada vez mayor de sindicalistas fue que el sindicalismo y la mejora de la capacidad de negociación de los trabajadores tenían pocas posibilidades de éxito sin una acción política.
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Aunque en el Reino Unido el activismo sindical pudiera dar lugar teóricamente al activismo político, la represión policial y el relativo atraso de la economía industrial determinaron que semejante evolución resultara mucho más difícil para los trabajadores del continente.
En Francia una Ley de Asociación aprobada en 1834 establecía que cualquier asociación de más de cinco personas fuera considerada potencialmente ilegal. Las décadas de 1830 y 1840 fueron testigos de un incremento continuo de las protestas en aquellos países de Europa más afectados por la penetración del mercado de productos industriales y por los desastrosos efectos de las malas cosechas y de las hambrunas de la patata en la vida de los artesanos urbanos, circunstancias que obligaron a la subida de los precios de los productos alimenticios y dejaron a la gente con poco dinero para adquirir productos acabados, reduciendo así drásticamente la demanda.
En todas partes las protestas fueron encabezadas por artesanos cualificados que, además sabían leer y escribir, y que utilizaron sus tradiciones de solidaridad y ayuda mutua para plantear demandas que no podrían ser satisfechas por el sistema político. Por supuesto que hubo huelgas industriales, pero se limitaron a un número relativamente pequeño de fábricas y plantearon inmediatamente cuestiones prácticas tales como los recortes salariales. Durante las depresiones industriales, el temor al desempleo mantuvo tranquilos a los trabajadores; en Rúan los despidos por insubordinación disminuyeron un 75 % durante la depresión de 1845-1846. Más de una tercera parte del sector textil de la ciudad eran mujeres, y una quinta parte niños, que carecían de la tradición de activismo habitual entre los artesanos varones.
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Las huelgas de los mineros, mayoritariamente hombres, fueron más frecuentes, y en 1834 y 1846 se organizaron varias en Anzin, en el departamento del Norte, en demanda de subidas salariales, pero durante estas dos décadas la protesta de los trabajadores se articuló sobre todo a través de los artesanos y de los miembros de los gremios.
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La mayoría de las protestas tuvieron un carácter retrógrado, y su pretensión era establecer un «precio justo» para los productos de los trabajadores o «salarios justos» para estos, y sobre todo un «precio justo» de los alimentos.
Los alborotos y las protestas públicas se centraron en cuestiones primarias; los miembros de los gremios intentaban proteger sus derechos y privilegios, y las multitudes de hombres, mujeres y niños planteaban demandas con las que pretendían que se pusiera un tope al precio de los alimentos.
Se calcula que en la Confederación Germánica hubo 186 ejemplos de destrucción de maquinaria y de ataques contra telares mecánicos entre 1816 y 1848. Aquello no era tanto un intento de detener la marcha del progreso tecnológico cuanto una manera drástica de negociar la mejora de los salarios. Basado en la experiencia de varios autores, nuestras opiniones y recomendaciones se expresarán a continuación (o en otros artículos de esta revista, en cuanto al derecho laboral o del trabajo, y respecto a sus características y/o su futuro): Tras la mayor oleada de destrucción de maquinaria que tuvo lugar en Bohemia en 1844, los trabajadores efectuaron una marcha sobre Praga para pedir ayuda, pero a su llegada a la ciudad lo único que se encontraron fue una lluvia de balas de la policía y del Ejército.
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No obstante, las protestas de ese estilo, por mucha notoriedad que llegara a alcanzar el «rey Ludd» en Inglaterra, fueron algo insólito. Un estudio de la «protesta social» en las ciudades del norte de Alemania entre 1815 y 1848 calcula que cuarenta y un incidentes de acción colectiva se debieron a motivos económicos, sesenta y tres fueron consecuencia de choques con la autoridad, diecinueve fueron disputas entre los gremios, y treinta y cinco luchas por los derechos civiles.
En el estado de Badén, en el sur de Alemania, durante ese mismo período las investigaciones han sacado a la luz más de cien protestas colectivas de carácter violento, setenta y cinco de ellas con el fin de intentar proteger el estatus privilegiado de los artesanos agremiados.
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Las protestas expresaban no ya la desesperación de los trabajadores desarraigados carentes de tierras o de una nueva subclase urbana, sino el espíritu de comunidad de determinados grupos específicos de artesanos o aldeanos que atacaban a unos terceros a los que culpaban de su situación, ya fueran alguaciles, comerciantes, guardabosques, extranjeros (referido a las personas, los migrantes, personas que se desplazan fuera de su lugar de residencia habitual, ya sea dentro de un país o a través de una frontera internacional, de forma temporal o permanente, y por diversas razones) o, como en el caso de Alemania, judíos. La dureza de la intervención de la policía podía en ocasiones desencadenar incidentes violentos, como ocurrió en Colonia en 1846 cuando varios jóvenes fueron detenidos por lanzar cohetes durante una festividad religiosa y protagonizar una algarada en señal de protesta.
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Pero esas acciones empezaban a expresar también la nueva conciencia de la clase obrera naciente. Particularmente significativa fue la insurrección que tuvo lugar en Silesia en 1844. Aquí los tejedores artesanales, originalmente menestrales independientes, habían visto decaer su estatus y sus ingresos cuando los comerciantes que les suministraban el hilo y les compraban sus tejidos no tuvieron más remedio que bajar sus precios ante la competencia de la industria de los telares mecánicos. El 4 de julio una multitud asaltó la lujosa residencia de la familia Zwanziger, unos comerciantes que habían rechazado las exigencias planteadas por los tejedores de una compensación mayor por su trabajo.
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La posterior intervención del ejército, cuyos disparos causaron la muerte de once personas, suscitó las denuncias de varios periodistas y escritores escandalizados en toda Alemania.
Semejante incidente es típico del carácter transicional de las protestas durante este período de formación de la clase obrera. Por un lado, fue un intento de conseguir una subida de los salarios, no de restaurar los privilegios del gremio. Por otro, los trabajadores, aunque actuando como tales, dirigieron su cólera contra determinados individuos concretos y no intentaron generalizarla. Los comentaristas de la época reaccionaron con severas advertencias sobre la aparición de una nueva clase, el proletariado, «una clase muy numerosa [que] solo puede subsistir como consecuencia de un trabajo sumamente intensivo», como decía la enciclopedia Brockhaus en 1846.
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En inglés y en francés los términos «obrero» y «clase obrera» empezaron a ser usados gradualmente para designar al maestro artesano pobre, al trabajador de la fábrica, al minero y al asalariado urbano; en realidad, a todos aquellos que carecían de bienes y se veían obligados a vivir enteramente de su trabajo físico y del de su familia. Las diferencias entre los miembros de los gremios y los asalariados habían ido desgastándose paulatinamente, y estaba naciendo una nueva clase social.
En algunos ámbitos y en algunos oficios, de hecho, había signos de formación de una clase trabajadora hereditaria. «Nuestra peculiar raza de mineros —decía el ingeniero John Buddle (1773-1843) en 1842—...
Solo puede mantenerse mediante la reproducción: no podrá nunca reclutarse entre la población adulta». El proceso de creación de un proletariado (la clase obrera industrial; el término pasó a ser de uso general después de que se popularizara en los escritos de Karl Marx) hereditario en este y en otros sectores del nuevo mundo industrial no había llegado demasiado lejos a mediados de siglo, pero evidentemente ya estaba en marcha. Fuente: la lucha por el poder, disponible en archive.org
¿Qué piensas sobre este tema? ¿Tienes alguna experiencia o ejemplo que quieras compartir? ¿Cuál es tu opinión?
Recursos
A continuación, ofrecemos algunos recursos de esta revista de derecho empresarial que pueden interesar, en el marco de las relaciones laborales o de trabajo y del derecho social, sobre el tema de este artículo.
Notas y Referencias
Concepto sobre sindicalismo de clase originariamente publicado por la Oficina de Publicaciones Oficiales de las Comunidades Europeas y S&M, Ltd,; adaptado luego por Antonio Martín V. et al. para FEMCVT, Irlanda
Véase También
Movimiento obrero