Sociedad de Consumo del Siglo XX
Sociedad de Consumo en Relación a Economía de Finales del Siglo XX En este contexto, a efectos históricos puede ser de interés lo siguiente: [1] (Nota: esto es una continuación del texto sobre sociedad de consumo que se haya en otra parte de esta pla
Sociedad de Consumo del Siglo XX
Este artículo es una expansión del contenido de la información sobre los consumidores y el derecho de consumo, en esta revista de derecho empresarial. Examina el concepto jurídico y todo sobre este tema. Te explicamos, en el marco del derecho de consumo y los consumidores, qué es, sus características y contexto.
Sociedad de Consumo en Relación a Economía de Finales del Siglo XX
En este contexto, a efectos históricos puede ser de interés lo siguiente: [1] (Nota: esto es una continuación del texto sobre sociedad de consumo que se haya en otra parte de esta plataforma online). 3. Valoración de la sociedad de consumo masivo. Es interesante, ante todo, señalar que la crítica fundamental se elabora más sobre motivaciones de raigambre ética que sobre juicios técnico-económicos. Pueden distinguirse, en grandes rasgos, cinco clases de valoraciones: a) En primer lugar, la optimista o favorable al contexto global, aun cuando admita críticas parciales de los logros, aspiraciones y resultados de la sociedad de consumo. Katona sería su más típico representante, y Raymond Ruyer uno de sus más escépticos y, paradójicamente, favorables expositores. b) En segundo lugar, la crítica liberal, que potencia algunas contradicciones a la vez económicas y valorativas, o que expone serios reparos, desde una perspectiva sea democrática sea conservadora; Galbraith (véase, si se desea, más sobre este último termino en la plataforma general), Aran, Toynbee (véase, si se desea, más sobre este último termino en la plataforma general), Khan y Wiener se sitúan en esta línea.
C) En tercer lugar, la crítica radical, expuesta desde un neomarxismo (véase, si se desea, más sobre este último termino en la plataforma general) teórico e intelectualista o desde un neofreudismo erótico e imaginativo; Marcuse (véase, si se desea, más sobre este último termino en la plataforma general) y los expositores de la Teoría crítica de la sociedad: Adorno (véase, si se desea, más sobre este último termino en la plataforma general), Horkheimer, etc., son representantes de esta actitud. d) Las críticas dirigidas desde el comunismo «ortodoxo» u oficial; y, finalmente, e) la crítica social cristiana, que se fundamenta en criterios estrictamente morales. a) Posición optimista. Según Katona, la sociedad de consumo de masas no se ha desarrollado al margen de la conciencia social. Basado en la experiencia de varios autores, nuestras opiniones y recomendaciones se expresarán a continuación (o en otros artículos de esta revista, en el marco del derecho de consumo, respecto a sus características y/o su futuro): Más aún, dice, uno de sus méritos «ha sido enseñarnos la nueva lección de economía de que la solución de la pobreza de la masa no consiste en cortar el pastel en trozos de diferente tamaño, sino en dedicar todo el esfuerzo para aumentar el tamaño del pastel». Ahora bien, si alguna sociedad se distingue por la ampulosa afluencia de productos es, por definición, la sociedad de consumo de masas. Sus logros son: elevación global e indiferenciada de nivel de vida; disponibilidad de bienes necesarios sin restricciones; creación de nuevas necesidades y aparición de nuevos deseos tras haber dado satisfacción a los anteriores y creación de un tiempo libre -el ocio (véase, si se desea, más sobre este último termino en la plataforma general)- para todos.
Ciertamente subsiste en algunos estratos la pobreza (véase, si se desea, más sobre este último termino en la plataforma general), pero sólo entre quienes carecen de capacidad suficiente para ganar lo necesario, debido a su avanzada edad, a impedimentos físicos o a causa de discriminación.Si, Pero: Pero estos males no derivan directamente del sistema económico de consumo masivo, sino de estructuras sociales o políticas marginales que se pueden purificar, prever y borrar.
Una Conclusión
En conclusión, «el poder adquisitivo de todos ha aumentado. Al mismo tiempo se han registrado grandes cambios en la distribución». b) Crítica liberal. Toynbee (véase, si se desea, más sobre este último termino en la plataforma general) toma base para su crítica de los efecto's sociales que engendra el sistema económico neoliberal (véase en esta plataforma: NEOLIBERALISMO). A su juicio existe un «castigo de la opulencia» y añade que «una economía que para su supervivencia depende -del estímulo artificial de necesidades materiales no puede sobrevivir por largo tiempo».Entre las Líneas En sentido parecido, Galbraith ha expuesto una sólida crítica desde planteamientos neoliberales de lo que llama «la sociedad opulenta» y el «nuevo estado industrial».Entre las Líneas En rigor, a su juicio, todo bien económico es consumible, pero -añade- en la nueva frontera de la sociedad desarrollada se denomina consumo a un fenómeno muy concreto y de proporciones masivas que se caracteriza por el hecho de que los bienes masivamente consumidos no son bienes necesarios ni estrictamente útiles, sino superfluos desde el punto de vista de las necesidades humanas: el proceso de producción es en sí mismo imparable, a riesgo de paralizar la economía, y como el mercado de las necesidades primarias ha sido saturado se hace preciso crear nuevas necesidades que son en realidad superfluas. Esa creación de lo superfluo precisa de la cooperación de unos medios y de la manipulación de unas técnicas apropiadas que permitan presentan como necesidad lo que es inútil. Tales medios son los instrumentos de comunicación y las técnicas son las de la publicidad y las de la propaganda. Los efectos no se limitan exclusivamente a conservar un movimiento irracional del proceso económico, cuyo fin es sólo la propia perpetuación de su inutilidad, sino que tiene efectos políticos y sociales, pues pueden ser y son utilizados como medios de manipulación social. La sociedad opulenta, según Galbraith, es una sociedad superflua, incitadora de apariencias, de deseos inefables y antisociales. La consecuencia es que el consumidor ejerce su influencia de forma socialmente indeseable. Su propuesta es la detención del gasto privado en artículos de consumo a fin de poder incrementar las inversiones públicas. c) Crítica radicalizada. Aunque esta crítica discurre por los senderos de una lectura neomarxista y neofreudiana, es en realidad difícil descubrir al auténtico Marx (véase, si se desea, más sobre este último termino en la plataforma general) en la exposición de estos epígonos suyos.
Más Información
Las interpretaciones toman pie en conceptos acuñados por el autor de El Capital o tomados por éste de la terminología hegeliana, pero dándoles un sentido que se aparta del marxista estricto. Los reproches de Marcuse a la sociedad de consumo consisten en denunciarla por producir en el orden interno unadesublimación de los instintos y de las apetencias naturales, una represión de la fantasía y de la imaginación y una manipulación de las conciencias a través de los medios de comunicación de masas; y en el internacional un traslado de la injusticia social desde los niveles de las clases sociales antaño oprimidas, y a los que la influencia del consumo ha conseguido integrar en el sistema político-social, a una explotación de caracteres imperialistas y neocoloniales de unos países por otros. Tras la crítica implacable del hedonismo del consumo, que estos autores desarrollan, se encuentra, junto a advertencias de hecho, una visión atea del mundo y una filosofía pesimista y desesperanzadora, como ponen de manifiesto las palabras con que Marcuse cierra su ensayo El hombre unidimensional: «La teoría crítica de la sociedad no posee conceptos que puedan tender un puente sobre el abismo entre el presente y su futuro: sin sostener ninguna promesa, ni tener ningún éxito, sigue siendo negativa. Así quiere permanecer leal a aquellos que, sin esperanza, han dado y dan su vida al Gran Rechazo». d) Crítica marxista ortodoxa. Desarrolla argumentos análogos a los esgrimidos por la crítica radical, pero dándoles un tono más escéptico-científico y prescindiendo de aquellos planteamientos que pueden ser ambivalentes desde una perspectiva de «marxismo científico». e) Crítica social cristiana. Se atiene, fundamentalmente, a una valoración de los efectos que en la moral cotidiana de la sociedad produce la afluencia masiva de bienes de consumo. Pueden distinguirse dos actitudes principales.Entre las Líneas En primer lugar, una actitud que cabe tal vez calificar de integrista, en cuanto que tiende a rechazar en bloque la s. actual (véase en esta plataforma: INTEGRISMO), que ve en la sociedad de consumo un resultado directo del liberalismo y de sus desviaciones doctrinales, lo que, afirman, produce la debilitación del espíritu corporativo y el refortalec¡miento de un individualismo insolidario; la disolución de las costumbres y sentimientos tradicionales, con la consiguiente disgregación de la familia, de la moral natural y de la moral sexual; y, correlativamente a lo anterior, la exaltación de un sentimiento de lucha laboral, el progreso paulatino de la pornografía y la difusión de un relativismo político y ético.Entre las Líneas En segundo lugar la posición de quienes aceptan los planteamientos o tesis democráticos de la sociedad política y de la estructura social actuales, pero ven que el consumo de masas puede traer consigo peligros inequívocos deshumanizado res de la convivencia y degradadores de los sentimientos personalistas. 4.
Conclusión. La principal censura dirigida a la sociedad de consumo insiste en su marcado carácter hedonista y cuantitativo, en la degradación o pérdida de los valores culturales y en la sucesiva conversión de la persona en un individuo meramente estadístico, cuyas pasiones y sentimientos se incitan sin discriminación y cuyas exigencias se satisfacen al margen de cualquier valoración ética o moral. Se reprocha de este modo el erotismo creciente, el individualismo despersonalizado y amorfo y la pérdida del sentimiento de solidaridad social y, en consecuencia, la debilitación no sólo de los vínculos morales, sino también de los religiosos. Se denuncia también que la sociedad de consumo de masas determina, como hemos dicho, otros rasgos no económicos pero característicos de esta sociedad, como es principalmente la utilización de los medios de comunicación como instrumentos que influyen decisivamente en las variaciones de la oferta y de la demanda y que conforman la psicología del consumidor de acuerdo no a los servicios objetivos que los bienes de consumo pueden prestarle, sino a los slogans, clichés o estereotipos que las técnicas de persuasión publicitaria les presentan. De este modo, mediante un fenómeno que se ha convenido en llamar manipulación propagandística, bienes que en realidad son innecesarios tanto desde un plano vital como desde un plano cultural son solicitados como si fueran insustituibles. Otra crítica especialmente importante es la que se refiere a la situación en que en la sociedad de consumo viene a encontrarse la cultura mediante el fenómeno llamado «cultura de masas». Tal fenómeno se produce cuando los bienes objeto de la publicidad y de la solicitación del individuo son de carácter cultural, surge un fenómeno típico y exclusivamente propio de esta sociedad: la cultura de masas es una cultura que se renueva con el uso y que se desgasta con gran facilidad. Es superflua, puesto que sus contenidos no responden a un auténtico valor cultural, por lo menos si se entiende el término cultura en su acepción tradicional (véase en esta plataforma: CIVILIZACIÓN v.
CULTURA). Los escritores que más se han dedicado al estudio de este tema coinciden en señalar como manifestaciones típicas de este tipo de cultura los telefilmes, el comic o tebeo, la industria del disco, las fotonovelas, etc. De todos estos productos puede decirse que se difunden según los cánones de una programación comercial que en nada se diferencia de la difusión o propagación de otros bienes de consumo. Por tanto, no es exagerado decir que la cultura, a estos niveles, sufre una «economización», que para muchos censores es de carácter negativo, aunque no faltan tampoco autores que sostienen que el fenómeno de la industrialización y el consumo masivo han hecho posible que en los países más adelantados las masas y clases populares hayan dejado de tener como principal e inmediato objeto de su vida la supervivencia, y de esa forma, asegurado un mínimo de bienestar, puedan atender y alcanzar bienes que hasta entonces habrían formado parte de la aureola del privilegio. El conflicto, pues, se plantea entre popularización de la cultura y masificación de la cultura, entre participación de las masas o deversión de los bienes culturales en bienes económicos consumibles (véase en esta plataforma: MASA; SOCIOLOGIA). En líneas generales cabe decir que el reto que el desarrollo industrial plantea es el de conseguir que la elevación del nivel de vida vaya acompañada de una igual elevación de la tensión moral y espiritual, de manera que el hombre sea efectivamente dueño de los bienes de que dispone y no acabe siendo dominado por ellos cayendo en un hedonismo material destructor de la persona. [rbts name="economia (en esta revista de derecho empresarial, en relación a los consumidores y el derecho de consumo).
Recursos
Notas y Referencias
Basado parcialmente en el concepto y descripción sobre sociedad de consumo en la Enciclopedia Rialp (f. autorizada), Editorial Rialp, 1991, Madrid
Véase También
Bibliografía
G. KATONA, La sociedad de consumo de masas, Madrid 1969; J. K. GALBRAiTH, La sociedad opulenta, Madrid 1966; íD, El nuevo estado industrial, Madrid 1968; J. SCHUMPETER, Teoría del desenvolvimiento económico, México 1957; W. W. ROSTOW, The stages ot Economic Grows, Cambridge 1960; A. J. TOYNBEE, America and the World Revolution, Londres 1962; R. RUYER, Elogio de la sociedad de consumo, México 1969; J. Basado en la experiencia de varios autores, nuestras opiniones y recomendaciones se expresarán a continuación (o en otros artículos de esta revista, en el marco del derecho de consumo, respecto a sus características y/o su futuro): M. Basado en la experiencia de varios autores, nuestras opiniones y recomendaciones se expresarán a continuación (o en otros artículos de esta revista, en el marco del derecho de consumo, respecto a sus características y/o su futuro): MÉNDEZ, Agricultura y desarrollo económico, Madrid 1963; J. Basado en la experiencia de varios autores, nuestras opiniones y recomendaciones se expresarán a continuación (o en otros artículos de esta revista, en el marco del derecho de consumo, respecto a sus características y/o su futuro): MESSNER, Ética social, política y económica a la luz del derecho natural, Madrid 1967; L. ERHARD, La economía social del mercado, Barcelona 1964; G. E. RUSCONI, Teoría crítica de la sociedad, Barcelona 1969; G. DORFLES, Símbolo, comunicación y consumo, Barcelona 1968; L. NúÑEZ, Proceso a la cultura de masas: Cultura y sociedad de consumo, «Nuestro Tiempo» 188, Pamplona, febrero 1970; VARIOS, La industria de la cultura, Madrid 1969; H. KHAN y A. WYENER, El año 2000, Madrid 1969.