Trabajo Humano
Este artículo es una ampliación de la información sobre derecho laboral o del trabajo, en esta revista de derecho empresarial. Aparte de ofrecer nuevas ideas y consejos clásicos, examina el concepto y los conocimientos necesarios, en el marco del derecho del trabajo, sobre este tema. Basado en la experiencia de varios autores, nuestras opiniones y recomendaciones se expresarán a continuación (o en otros artículos de esta revista, en cuanto al derecho laboral o del trabajo, y respecto a sus características y/o su futuro): Te explicamos, en relación a la seguridad social y el derecho laboral, qué es, sus características y contexto.
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Trabajo Humano: Consideraciones Generales
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Trabajo Humano en Relación a Sociología
En este contexto, a efectos históricos puede ser de interés lo siguiente: [1] Sociologia: División Del trabajo.
1.
Consideraciones históricas.
Se entiende por división del trabajo la asignación y distribución de tareas entre los miembros y grupos de la sociedad con el fin de alcanzar más fácilmente los objetivos socialmente pretendidos. Aunque la expresión es de reciente acuñación y aceptación en el ámbito de las ciencias sociales, el hecho de la división y especialización de actividades es tan antiguo como la historia del homo sapiens sobre la Tierra. Aun en las organizaciones sociales más primitivas y rudimentarias observamos tal fenómeno, aunque los factores determinantes del mismo sean tan elementales como, p. ej., el sexo o la edad, pero suficientes en aquellos momentos, por sí mismos, para afectar individualmente a los componentes del grupo a una dedicación funcional diferenciada, al objeto de resolver los problemas planteados para la mera supervivencia del grupo en cuestión. Así, y notablemente desde que se puede contemplar la fase sedentaria del hombre sobre la Tierra, la especialización de actividades impregna todos los hábitos de convivencia social.
A medida que la complejidad se extiende sobre la vida comunitaria del individuo, ampliando y enriqueciendo el conjunto de las relaciones basadas sobre la vida común, esta división del trabajo socialmente interrelacionado no hace sino ampliarse, abarcando la acción del hombre en sus diversas manifestaciones y encuadramientos: a) en el contexto familiar (en un sentido inicialmente amplio), observamos la realización de funciones claramente especificadas a tenor de la posición ocupada en dicha trama de relaciones según el sexo, la edad, etc.; b) en el plano económico se distingue una atribución de dedicaciones concretas según el status ocupado en la jerarquía social: trabajos propios de esclavos, de hombres libres, de miembros de un estrato superior o inferior, etc. Lo mismo puede afirmarse para la asignación de roles en la vida política, a consecuencia de la pertenencia a uno u otro de los variados y distintos supuestos estamentales reconocidos por la sociedad. En todas las épocas se manifiestan dos tendencias globales en las agrupaciones humanas: las de antagonismo y las de cooperación, inclinándose la balanza en favor del elemento cooperativo, consecuencia del permanente deseo compartido de mantener (bajo una u otra forma organizativa) la agrupación inicial.
Considerando que las sociedades humanas tienen su origen en la satisfacción de las necesidades del hombre y en la búsqueda de la satisfacción de dichas necesidades mediante la cooperación y el intercambio, se hace necesaria la primacía del principio cooperativo sobre el antagónico. Al Estado (entendiendo tal término como la expresión formal de la vida societaria organizada) le correspondería, según Platón en la República, la regulación de ese mutuo intercambio, proveyendo a la satisfacción más idónea de las necesidades y a la consecución de la mayor armonía posible entre los miembros cooperantes. A fines del siglo XVIII, los economistas (singularmente Adam Smith; v.) dieron fe del fenómeno, cargando el acento sobre el plano económico.
Aviso
No obstante, dicho fenómeno no queda circunscrito al mundo de la economía, siendo principio de otros campos de las ciencias, tanto sociales como naturales.
En este sentido, señala E. Durkheim que «la división del trabajo no es especial del mundo económico; su influencia creciente se puede observar en las regiones más diferentes de la sociedad. Las funciones políticas, administrativas, judiciales, se especializan cada vez más.
Sucede lo mismo con las funciones artísticas y científicas; estamos lejos del tiempo en que la filosofía era la ciencia única; ella está fragmentada en una multitud de disciplinas especiales, cada una de las cuales tiene su objeto, su método, su espíritu». Al investigar las causas de la necesidad de la división del trabajo, se pueden reconocer, como destaca P. Naville, las siguientes: a) un incremento de la habilidad del trabajador tomado individualmente; b) la economía del tiempo perdido en el paso de una tarea a otra; c) el incremento del maquinismo que simplifica el trabajo del hombre y permite a un solo operario producir como varios. 2. Límites de la división del trabajo.
En la actualidad no se discute la división del trabajo social en sí.
Aviso
No obstante, ante la creciente subdivisión de tareas y sus consecuentes efectos para el grupo social, se han formulado críticas advertencias sobre los riesgos de una progresión infinita de la especialización. Ya el propio Adam Smith afirmaba que «un hombre que gasta la mayor parte de su vida en la ejecución de unas pocas operaciones muy sencillas, casi uniformes en sus efectos, no tiene ocasión de ejercitar su entendimiento o adiestrar su capacidad en la búsqueda de varias que sirvan para remover dificultades que nunca se presentan».
Secuencia
Posteriormente, A. de Tocqueville (véase, si se desea, más sobre este último termino en la plataforma general), en su Democracia en América, sostenía que «cuando un artesano se entrega de un modo exclusivo y constante a la fabricación de un solo objeto, acaba por desempeñar ese trabajo con una destreza singular, pero pierde al mismo tiempo la facultad general de aplicar su espíritu a la dirección del trabajo; cada día se hace más hábil y menos industrioso y puede decirse que el hombre se degrada en él a medida que el obrero se perfecciona». Estas acusaciones, de tono vehemente, que contemplan al operario como un mero adjunto de la máquina, deben aceptarse en cuanto a los extremos más radicales a que las modernas sociedades industriales lleva la subdivisión de especializaciones.
Sin embargo, es notoria la necesidad social de una división de funciones, así como también la bondad final de sus resultados por cuanto producen un aumento de bienes y servicios puestos a disposición de los miembros de la comunidad. Quizá el riesgo más inmediato de una extremada y minuciosa asignación de tareas consista en provocar una absoluta compartimentación de los individuos en el estrecho ámbito de sus actividades, con el consecuente peligro de afectar a la esfera individual del conocimiento de la globalidad social y, como señala Robert K. Merton (Teoría y Estructuras Sociales, México 1965), «servir como recurso espléndido para rehuir responsabilidades sociales», ya que en la actual estructura social de las comunidades desarrolladas «cada aportación tecnológica se engrana en un conjunto cumulativo de efectos, algunos de los cuales nadie ha querido, pero los produjeron entre todos». 3. Aspectos positivos. De este modo, puede decirse que las críticas antedichas se dirigen contra los efectos anómalos de la división del trabajo, contra lo que Durkheim denomina «división del trabajo anómica». Este mismo autor señala, sin embargo, por otra parte, los efectos positivos del fenómeno y también, desde una perspectiva psico-social, la aparición de una solidaridad en el cuerpo social, una solidaridad no mecánica o por similitudes (en la cual los individuos se asemejan y su existencia sólo es posible en la medida en que la personalidad es absorbida por la personalidad colectiva), sino una solidaridad orgánica, que presupone la diferenciación entre individuos. Esta solidaridad sólo es posible si cada individuo tiene su esfera de acción propia y, por consiguiente, una personalidad. Es, pues, necesario que «la conciencia colectiva deje al descubierto una parte de la conciencia individual para que allí se establezcan estas funciones especiales que ella no puede reglamentar; y cuanto más extensa sea esta región, más fuerte es la cohesión que resulta de una solidaridad».
En efecto, por un lado cada uno depende más estrechamente de la sociedad cuanto más dividido esté el trabajo, y por el otro, la actividad de cada uno es más personal y más especializada.
Según el autor que comentamos, la división del trabajo no agota sus efectos en los servicios económicos que pueda cumplir, los cuales «son poca cosa en comparación con el efecto moral que produce, y su verdadera función es crear entre dos o más personas un sentimiento de solidaridad». Así, pues, la diferenciación social, a partir de la diversificación de actividades, tiene como resultado inmediato la aparición de un alto grado de individualidad que provoca un enriquecimiento de los contactos entre los sujetos sociales, una variación y riqueza en las opiniones y un espíritu de resistencia a la uniformidad, factores todos ellos determinantes del cambio social.
El desarrollo de las actitudes cooperativas, con el fin de alcanzar los objetivos socialmente propuestos y compartidos, se ve favorecido por la división del trabajo, toda vez que las diferencias, aunque susceptibles de desarrollar tensiones conflictivas, se subordinan a la unidad fundamental y a la realización del proyecto social aceptado por la generalidad en sus líneas fundamentales. V. Basado en la experiencia de varios autores, nuestras opiniones y recomendaciones se expresarán a continuación (o en otros artículos de esta revista, en cuanto al derecho laboral o del trabajo, y respecto a sus características y/o su futuro): T.: SOCIALIZACIÓN 1; STATUS; SOCIEDAD II. [rbts name="sociologia.
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Recursos
Notas y Referencias
Basado parcialmente en el concepto y descripción sobre trabajo humano en la Enciclopedia Rialp (f. autorizada), Editorial Rialp, 1991, Madrid
Véase También
Bibliografía
La citada en el texto, y P. NAVILLE, División del trabajo y distribución de tareas, en Tratado de Sociología del trabajo, 1, México 1964; E. DURKHEIM, De la división del trabajo social, Buenos Aires 1967; B. Basado en la experiencia de varios autores, nuestras opiniones y recomendaciones se expresarán a continuación (o en otros artículos de esta revista, en cuanto al derecho laboral o del trabajo, y respecto a sus características y/o su futuro): B. GARDNER, D. G. MOORE, Relaciones humanas en la empresa, Madrid 1958; D.
SUPER, Psicología de la vida profesional, Madrid 1962.